• Oscar Ruiz Navia, codirector de “Epifanía”

  • Oscar Ruiz Navia, codirector de “Epifanía”

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Oscar Ruiz Navia, codirector de “Epifanía”

El tercer largometraje de Oscar Ruiz Navia llegó finalmente a las salas colombianas. El director de “El vuelco del cangrejo” y “Los hongos” comparte realización con la sueca Anna Eborn en “Epifanía”, un film sensorial que aborda el tema de la maternidad, jugando con diferentes formatos en una propuesta híbrida que fusiona ficción y documental. La película es una coproducción entre la colombiana Contravía Films, la sueca Plattform Produktion y el CPH:LAB del Festival Internacional de Cine de Copenhague. LatAm cinema dialogó con el cineasta sobre esta producción colaborativa y personal, que estrenó Cineplex en diez salas.

 

 

Esta película surge del laboratorio CPH:LAB ¿Cómo fue el trabajo de codirección con Anna en el proceso creativo de este largometraje?

Fue ante todo una experiencia de profundo aprendizaje. Desde un comienzo quisimos estar juntos en todas las fases. Primero tomamos un tiempo para investigar y Anna vino a Colombia, después yo fui a Suecia. Encontramos nuestros coproductores suecos juntos, Plattform Produktion, que este año han ganado con “The Square” de Ruben Ostlund la Palma de Oro. En el rodaje yo me enfoqué en las actrices y Anna en la cámara. Creo que sólo porque somos los dos es que está película ha sido posible. Yo nací y crecí en un ambiente donde el conocimiento y el arte son algo muy importante, entonces soy en principio una persona que ama aprender y vivir cosas nuevas,  no tengo miedo a equivocarme; no hago cine para triunfar o fracasar. Hago lo que me sale de las entrañas, de manera muy apasionada e instintiva. Creo que Anna también tiene eso y en ese punto nuestro encuentro fluyó.

Tras esta experiencia, ¿qué consideras que es lo más rico de compartir dirección con otra persona?

Que debes desprenderte, que debes entregar, que no puedes decidirlo todo. Que si quieres codirigir no vas a dirigir, suena obvio pero a la gente a veces se le olvida eso y quizás por esta razón los codirectores en muchas ocasiones se pelean. En el mundo del cine hay mucha actitud estratégica, mucha doble moral, muchos intereses oscuros, que hacen de algunos cineastas muy exitosos una réplica de simples esquemas y fórmulas. Para nosotros fue un viaje de tres años que sabíamos iba a ser difícil pero así lo enfrentamos, llenos de amor por el cine mismo.

Las memorias sobre sus madres se ha indicado que fue el puntapié inicial de esta película. ¿Qué les interesaba particularmente poder plasmar en la película?

Queríamos mutar recuerdos de nuestras propias madres. La madre de Anna falleció  cuando ella era una adolescente. Mi madre llegó a una edad adulta donde necesitaba reconstruir su vida, sanar cierto dolor. Anna me contó un sueño que tuvo: su madre venía y le decía que ella no estaba muerta, que los doctores estaban equivocados, que ella estaba meditando. Pensamos, ¿qué tal si a través del cine y la ficción hacemos que este sueño se vuelva real? Mi madre actúa en la película como protagonista y se representa a ella misma y al mismo tiempo a la madre de Anna. Quisimos proponer una experiencia que quizás se sale de cualquier esquema, incluso en lo que se espera del “cine independiente”.

En el mundo del cine hay mucha actitud estratégica, mucha doble moral, muchos intereses oscuros, que hacen de algunos cineastas muy exitosos una réplica de simples esquemas y fórmulas.

La película cuenta tres historias diferentes en distintos países. ¿Cómo tomaron la decisión de estructurarlo de esta manera?

Es para nosotros un movimiento de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. Se piensa como una pieza musical y no como una historia aristotélica. La película funciona a través de una acumulación de sensaciones más que por una relación de causa/efecto. Suecia y Colombia está relacionado con nosotros como directores, Montreal es porque ahí vive parte de la familia real de la protagonista

La forma juega un lugar preponderante en el film. Tiene un importante trabajo en cuanto a su sonido, texturas y formatos, que le da mayor relevancia a las sensaciones que a la propia historia. ¿Cómo fueron construyendo este aspecto?

Quisimos rodar en S16mm e ir degradando el formato hasta construir una home movie en digital. Muere el cine y nace la vida. ¡Qué paradoja! El sonido siempre ha sido algo que busco en mis trabajos. Para Anna igual. Trabajamos en esta ocasión con Frederic Thery en diseño y mezcla, un  artista del sonido con quien hemos investigado distintos insumos. Los sonidistas directos también fueron vitales, César Salazar en Colombia y Jesper Miller en Suecia. Te puedo decir que trabajar una película desde su forma es una tarea ardua porque la gente piensa que es vacío.

La película es muy femenina, ahondando en las relaciones con la maternidad pero también en la intimidad femenina. ¿Cómo fue adentrarte en este universo femenino?

Una experiencia impresionante, afianzarme en la idea de que el mundo es un desastre porque ha sido manejado por hombres, violentos y atorrantes. Agradezco a todas las mujeres de esta película, desde Anna, mi madre, las otras actrices donde están mis hermanas, mi prima, mi sobrina, otras amigas, mi productora, porque me han me han permitido conocerlas profundamente.