“Panza de burro”, seis directores peruanos dan una mirada humorística a la sociedad limeña de hoy
Seis directores peruanos se unen en “Panza de burro”, un largometraje colectivo producido por Maretazo Cine y Tondero que rinde homenaje a la ciudad de Lima en cinco episodios en tono de comedia.
Rosario García-Montero (“Las malas intenciones”) dirige “Más divertido no va a ser”, la historia de una mujer que tiene que ocultar el suicidio de su jefa. En “El jardín” de Daniel y Diego Vega (“El mudo”) un grupo de hermanos debe decidir si alquilar el jardín familiar. Joanna Lombardi (“Casa adentro”) adapta una novela de su madre, Giovanna Pollarolo, para adentrarse en el mundo de un club de lectura conmovido por las aventuras romáticas de Mario Vargas Llosa en “Toda la culpa la tiene Mario”. “El regalo de Casuarinas” de Gianfranco Quattrini (“Chicha tu madre”) muestra los obstáculos que debe atravesar un jardinero para trasladar un regalo demasiado grande. Javier Fuentes-León (“Elefante desaparecido”) narra el encuentro entre un turista y una guía turística en Lima en “La tapada”.
“Panza de burro” estuvo en el foro de coproducción del Festival de San Sebastián el pasado mes de septiembre y será rodada el próximo invierno en Lima con el apoyo de Marca Perú, entre otras instituciones. LatAm Cinema habló con cuatro de sus realizadores sobre el proceso de trabajo y la situación actual del cine peruano.
¿Cómo surgió el proyecto?
Diego Vega: Surgió en Cuzco. Estábamos conversando sobre lo largo que es el proceso de hacer una película solos y lo bueno que sería poder compartir eso con otros compañeros. Entonces nos preguntamos: “¿Qué nos une? Que todos nacimos en Lima, vamos a hacer una película sobre la ciudad”. Ese fue el punto de partida.
¿Cuál va a ser el hilo conductor de las cinco historias?
Javier Fuentes-León: Todas suceden en Lima. Se llama “Panza de burro” porque es el apodo que le damos al cielo de Lima. Es un cielo que durante nueve meses, desde primavera hasta otoño, es negro. No negro, gris, como la panza de un burro, porque además es bajo. Cada historia tiene su peso. Son cinco episodios con sus tramas individuales pero los une, más allá del tono de humor, la mirada a la ciudad. Cada uno escribió libremente lo que quería contar y nos hemos dado cuenta de que todas hablaban un poco sobre las apariencias, algo psicológicamente muy presente e importante en los limeños de todas las clases, esta idea de que una cosa es cómo eres y otra cómo te muestras. Y eso también tiene que ver con esta idea de que la ciudad está cubierta, se muestra de vez en cuando y tienes que atravesar estas nubes. Cuando aterrizas en Lima tienes un cielo azul y de pronto una camada de nubes, pasas y entonces descubres la ciudad. Es una ciudad que se muestra de vez en cuando, tienes que entrar adentro para ver cómo es realmente. Esto está presente en todas las historias.
¿Cómo tienen previsto producirla?
J.F-L.: Son historias que parecen simples de rodar, quizás la mía sea la más complicada. La idea es rodarla como si fuera un largo: con los mismos equipos, los mismos creativos y jefes de áreas dentro del equipo. Los directores van cambiando pero creo que nos vamos a invitar unos a otros a los rodajes. No para dirigir en consenso sino para que sea una cosa en común.
Muchos de ustedes residen en el extranjero, ¿cómo se ve Lima desde fuera?
D.V.: Creo que salir te da una distancia que permite ver cosas que cuando estás ahí uno no puedes ver por la misma dinámica de tener eso tan internalizado. Igualmente todos volvemos a Lima con frecuencia, una vez por año o cada pocos meses.
Gianfranco Quattrini: Para mí Lima es de mi familia. Tengo mi mujer y mis hijos fuera, pero mi papá, mi mamá, mi hermano y primos están en Lima, entonces la veo con ese cariño. Y con la ciudad me pasa lo mismo que con mi familia: cuando te alejas la idealizas y luego cuando regresas enseguida entiendes por qué vives fuera.
Joanna Lombardi: Creo que por más que ellos vivan fuera tienen un tatuaje de limeños para siempre, entonces no creo que te logres separar aunque no estés viviendo el día a día. Lo que me encanta es que en Lima no hemos hecho antes algo así, es como una manera un poco divertida de burlarnos de nosotros mismos.
¿Cómo creen que recibirán los peruanos esa mirada exterior? ¿No hay a veces cierto recelo de esa mirada exterior?
J.F-L.: Si bien es una mirada con sentido del humor, no es desde el punto de vista de pararnos en un pedestal a mirar a esta sociedad hacia abajo. Sí creo que la distancia ayuda, porque desde fuera ves cosas de Lima que resaltas y que te encantaría que sucedieran donde estás y otras que estamos contentos de no vivir. Hay una mentalidad de pueblo chico en Lima, a pesar de ser una urbe de diez millones, que se presenta en diferentes estratos sociales de manera diferente y aun no ha sido cuestionada internamente.
Hay una mentalidad de pueblo chico en Lima, a pesar de ser una urbe de diez millones, que se presenta en diferentes estratos sociales de manera diferente y aun no ha sido cuestionada internamente.
¿Cómo definirían cada una de las historias?
G.Q.: La mía es el manotazo de ahogado de un grupo de hermanos grande. El cuerpo es la discusión de unos hermanos que ya superaron los sesenta años para prestar el jardín que le pertenece al abuelo que ya tiene cien años, porque piensan que le van a sacar provecho. Y en esta discusión para decidir si prestan o no todos un poco aparentan que quieren y cuidan más al padre.
J.F-L.: Sacar ventaja es otro tema muy común en las historias.
G.Q.: Va a ser como un diván psicológico para los limeños.
J.L.: Cuando surgió la idea y me invitaron a participar en la película yo tenía otra historia, y de pronto leí el libro de mi mamá y dije “esto es tan limeño, que voy a adaptarlo para una película”, porque encontré todos los elementos de los que queríamos hablar. Justamente, lo importante que es cómo te ven, esta cosa que hay en Lima de aparentar y del chisme, en este caso en un circuito literario, el chisme que le gana a la literatura.
D.V.: El mío también aborda el tema de las apariencias y de cómo una forma de tener es ser, sin importar en qué clase estés. La idea acá es cómo unas personas humildes con la posibilidad de tener un objeto de lujo hacen todo lo posible para ingresarlo a su hogar aunque no entre. Y la prioridad es el objeto y no el hogar, es como una metáfora directa pero en verdad va a estar contado con mucho humor físico.
A veces es muy difícil que el humor en Latinoamérica circule entre países. ¿Creen que en Perú hay un humor que pueda trascender las fronteras?
D.V.: Depende del tipo de humor. Esperamos que el que manejamos nosotros trascienda mucho países porque habla de algo que es universal. Es limeño, pero puede conectar otras identidades. Es cierto que quizás a películas que hacen un humor más local les cuesta trascender, pero son prejuicios. Si logras sentar a alguien a ver la película se puede reír mucho.
¿Qué fechas de producción están manejando?
J.F-L.: El invierno. Queremos filmar con un cielo gris. Entonces 2017, entre julio y septiembre idealmente.
Perú es un país del cual constantemente están saliendo películas pero que sin embargo no está tan presente en el continente donde conviven gigantes como México o Argentina. ¿Cómo lo ven ustedes?
J.F-L.: Yo lo veo con mucha ilusión. Es cierto que no tenemos el apoyo de la industria todavía como para poder sentir que hay una maquinaria avanzada que se alimenta a sí misma y que va produciendo diversos puntos de vista y más cineastas. Creo que cada vez más los peruanos pueden ver hacer cine como una posibilidad. Ahora los chicos que recién salen quieren ser chef porque la gastronomía peruana ha dado un vuelco. En las artes todavía falta llegar a ese nivel, pero sí creo que se está avanzando y que hay mucho más por hacer. El cine se está diversificando, ahora hay comedias. Tondero tiene las tres o cuatro comedias más taquilleras, y no solo en la historia del cine peruano: han hecho más dinero que las americanas.
J.L.: Es muy bonito porque hace cinco años nosotros hicimos un estudio de mercado y la percepción del cine peruano en todos los niveles socioeconómicos era que es un cine horrible que está lleno de fisuras. Y ahora la percepción del cine peruano ha empezado ya a ser de orgullo. Entonces es bonito lo de la gastronomía porque estamos yendo hacia ahí, hacía que el cine peruano sea también motivo de orgullo y que a la gente le encante que su película peruana le gane a grandes producciones de otros países.
D.V.: Yo creo que la ilusión más grande que deberíamos tener es que se pueda promover una nueva ley de cine. Argentina, México, Colombia y Brasil tienen leyes de cine que fomentan la producción y en Perú todavía no está el apoyo del Estado hacia el cine.
Pero a pesar de que el país quedó rezagado con el resto del continente es impresionante ver cómo el cine peruano sale adelante.
J.L.: Con este gobierno yo creo que va a cambiar, tenemos la posibilidad de que finalmente se apruebe la ley.
J.F-L.: No solamente una ley que aumente el apoyo del Estado sino una ley que haga que el privado entre a invertir y tenga retribución, eso sí que falta. Tondero ha demostrado que se puede, tiene apoyos privados que están interesados en apoyar cierto tipo de cine e inclusive no les importaría apoyar una película de autor, siempre y cuando el paquete sea interesante. Entonces ojalá que siga.
Con la colaboración de Micaela Domínguez Prost.