Paula Hernández descubre “Un amor” en Río Negro Proyecta

“Las primeras proyecciones siempre son impactantes. Siempre te sorprende un poco los lugares de humor; las risas y sonrisas están en lugares que no los esperas”. La que reflexiona es Paula Hernández, y lo hace muy poco después de la primera exhibición pública de su nuevo largometraje, “Un amor”, una historia sobre el paso del tiempo que se cuenta a través de un triángulo amoroso, donde vuelve a mostrar su mano para fusionar el cine autoral con el comercial. Esta premiere mundial tuvo lugar en la tercera edición de Río Negro Proyecta, escenario elegido por el criterio de selección de su programación pero también como un testeo previo a un estreno que finalmente no fue.

“El plan original era estrenar el 22 de septiembre. Entonces me interesaba ver una proyección con gente una semana antes del estreno y ver qué pasaba. La idea era mostrarla y estrenarla a la semana siguiente”, detalla Hernández. Pero cuestiones varias, especialmente el ingreso de Telefe para apoyar el lanzamiento, lo cual representa una significativa inyección en términos de publicidad, “hizo que repensáramos un poco el mapa de en qué momento estrenar“. El estreno será entonces en noviembre.

Basada en el cuento “Un amor para toda la vida” de Sergio Bizzio, la película transcurre en dos tiempos: en un verano de los años 70 donde la llegada al pueblo de una adolescente trastoca la rutina de dos amigos, y en la actualidad, donde esa joven convertida en mujer retorna para cambiar sus vidas una vez más. El guión pertenece a la propia Hernández, con colaboración de Leonel D’Agostino, y tiene como protagonistas a Diego Peretti, Elena Roger y Luis Ziembrowski.

Producida por Verónica Cura y Alejandro Zito para Utópica Cine, cuenta con una larga lista de coproductores: Lagarto Cine, Aleph Media, Picnic Producciones, Hibou Producciones, Travesía Producciones, Nunchaku y Morocha Films. Cuenta además con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, la Municipalidad de Colón y la Municipalidad de Victoria, Entre Ríos.

La película se basa en un cuento de Sergio Bizzio, ¿qué elementos de esa historia que leíste te interesaba trasladar a tu película?

El paso del tiempo en esos personajes, lo que son y de dónde habían arrancado. El cuento tenía cuatro momentos de la vida pero para mí cinematográficamente era complejo de trasladar a un guión. Me parecía que no era la mejor manera de contarlo. El inicio y el final del cuento me interesaba, ese arco por el que pasan los personajes a lo largo de la vida. Hay mucha vitalidad en la historia de los adolescentes, lo de los adultos es bastante distinto pero tiene momentos de mucha emoción. Claro que cuando te ponés a adaptar y pensar en un guión, hay un montón de agujeros. El cuento son 20 páginas que se sostienen en un relato, eso llevado a una película para mí fue un trabajo complejo. Era la primera vez que yo adaptaba, y hubo que dejar muchas cosas de lado e inventar muchas otras que no estaban. Así que básicamente sirvió como un punto de partida de ese triángulo, esas traiciones y esos secretos.

La historia desarrolla dos triángulos amorosos en paralelo, uno en el pasado y otro que se va armando en el presente. ¿Desde dónde trabajaste la historia?

Lo trabajé desde los dos lados, desde el pasado y desde el presente. Me parece que había cosas que razonaban de un tiempo en el otro, y hay cosas que funcionan de forma distinta. Igual el anclaje principal está en el pasado. El pasado era mucho más narrativo, tenía escenas con mucho más desarrollo. Y en un momento, en el montaje, empecé a entender que había que ir a buscar lo esencial de ese triángulo, y lo que había pasado con cada uno de estos personajes para potenciar ese triángulo del presente. El triángulo del presente sostenido de la misma manera que en el pasado es imposible porque la vida te pone en otro lugar y cada uno está en un lugar distinto del que tenía en ese momento. En la vida se dan situaciones de reencuentro que por un rato hay algo que te conecta de la misma manera, y hay otro en que no hay más nada que eso. Trabajé con los triángulos de manera distinta pero había un ancla en el pasado que era fuerte.

Al pasado se lo muestra como algo idílico, tiene una energía particular que se relaciona con la juventud, colores más cálidos, mucha naturaleza, en cambio el presente es más calmo, con colores más grises…

Sí, yo me preguntaba cómo funciona la memoria, qué es lo que estos personajes rescatan, qué es lo que hay en su memoria emotiva y sensorial. Y yo creo que la adolescencia tiene mucha potencia, también un lado de adolecer y mucha complejidad, es un momento muy fundante para uno como persona y eso tiene su contracara. Pero sí creo que hay algo muy vital, y hay algo de este verde, el agua, el río, el color y la piel…Eso me parecía que era cómo tenía que funcionar desde la memoria de esos personajes. Y en el presente los personajes estás entre los 40 y los 50 años, y me parece que es un momento donde uno ya empieza a tener muy claro quién es uno, qué cosas dejó de lado, qué perdió…

Por su estructura la película responde a un modelo más industrial, están involucradas productoras importantes y ahora también Telefe. ¿Cómo se fue armando la producción y cómo ello repercutió en tu trabajo creativo?

Cuando leí el cuento de Bizzio, yo invertí al principio en los derechos y trabajé junto con un guionista. Durante todo el primer año fue un trabajo muy solitario. Yo tenía ganas de trabajar con Verónica Cura, y ella entró al segundo año. Entonces al principio éramos dos, yo como productora/directora y Verónica como productora. Al empezar a rodar éramos tres, y después toda la gente que se ve en los créditos se fue sumando a medida que la película fue avanzando. Es una película media en su presupuesto y en su escala. Creo que cuando pienso en mi trabajo es como dice Verónica, que soy una directora que maneja lo autoral y lo comercial. Hay una línea ahí que no me resulta ajena. Pero igual siempre te pasa que entras en un proceso muy chiquito, vos sola, invirtiendo, armándolo, y después si a la gente le empieza a interesar tu trabajo hay un montón de decisiones que comienzan a compartirse. Hay un lugar donde lo autoral está pero también hay ciertas decisiones que se comparten, como el esquema de producción o el lanzamiento.

Con respecto al lanzamiento, ¿qué crees que aporta la presencia de Telefe?

Qué pasa con una película siempre es un gran misterio pero está muy complicado hoy, y creo que tener el soporte de un multimedio ayuda por lo menos a instalarla. La gente escucha sobre la película. Después el camino y la suerte de la película con los exhibidores es complejo para todos.

¿Cómo comparas esta película con tu film anterior, “Lluvia”, que fue una producción a gran escala de Patagonik?

Esta es una película mucho más chica que “Lluvia” en cuanto a su presupuesto y en todo sentido. Después de “Lluvia” me quise achicar un poco. Ir a una escala más accesible para uno como autor también. El proceso de “Lluvia” fue muy bueno pero todo lo que vino después, con el lanzamiento y demás, hizo que me quedara muy lejos de la película. Patagonik no se metió con la historia pero realmente yo quedé afuera de muchas decisiones que tuvieron que ver con el lanzamiento, la distribución de la película y participaciones en festivales, que para mí fue muy doloroso. Fue un proyecto muy trabajado, me tomó más años que esta inclusive…ir al Talent Campus, tener la beca Equinoxe…Fue mucho trabajo yo sola, ganando fondos sola, y en un momento se hace demasiado grande para uno y es difícil dejarla ir.