Pierre Emile Vandoorne Romero, director de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios de Perú
Pierre Emile Vandoorne Romero es director de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) del Ministerio de Cultura de Perú, y además es el actual Secretario Ejecutivo de la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI). Durante la 23° edición del Festival de Cine de Lima, que contó con siete estrenos peruanos y seis largometrajes nacionales en postproducción, LatAm cinema dialogó con él sobre el momento actual de la cinematografía peruana, las acciones llevadas a cabo por la DAFO para estimularla y lo que aún queda por hacer.
He hablado con algunos directores y productores peruanos y se muestran satisfechos con los fondos disponibles pero expresan preocupación respecto a la falta de distribución de sus películas y el poco interés de las grandes cadenas por exhibirlas. ¿Qué políticas está aplicando la DAFO para mejorar la distribución y para formar públicos?
El aumento de los fondos ha empezado de forma más sostenida desde la creación del Ministerio de Cultura, hace nueve años, y gracias a eso hemos podido abrir ciertas líneas de financiamiento para tratar de ayudar no solamente a mejorar las condiciones de producción sino todo el resto de la cadena de valor del cine y el audiovisual. Empezamos con unos apoyos al principio bastante modestos a festivales, no solamente en Lima sino en todo el país, que era parte de la problemática: las películas peruanas se estrenaban sólo en salas de la capital. Es verdad que en paralelo han ido construyéndose más cadenas y multiplexes en las regiones, pero eso no necesariamente significa que programen las películas nacionales. Entonces el apoyo a festivales ha sido decisivo, y también hemos apoyado proyectos de formación de públicos, en escuelas y otros espacios comunitarios o sociales. Adicionalmente hemos mejorado la manera en la que otorgamos los estímulos para la distribución de películas nacionales. Esta año por ejemplo abrimos por primera vez estímulos automáticos y directos una vez que la película tiene confirmada su fecha de estreno, lo cual ha mejorado la relación con los distribuidores, ya que todo proyecto nacional ya tiene asegurado un apoyo que es mayor si tiene distribución en las regiones del país. También abrimos un apoyo a salas de exhibición alternativas para poder mejorar sus condiciones técnicas de exhibición o su gestión, y esperamos que eso vaya creando una pequeña red de salas de exhibición alternativa. Evidentemente todo esto no es suficiente, porque el problema surge de la concentración de cierta oferta en ciertos conglomerados, entonces es un problema que es peruano pero también iberoamericano y mundial. Es decir, también países con políticas bastantes proteccionistas de su cine nacional se enfrentan a este problema, que es una especie de atentado contra la diversidad de películas, en el sentido de que una pequeña cantidad de producciones se concentra en los espacios de exhibición. Yo soy optimista con respecto a las plataformas de VoD y de circulación. No las veo como algo que debe reemplazar el evento social de exhibición, sino que da salidas al retorno económico potencial y a la vida de películas de los más diversos formatos, incluyendo el largometraje documental, que es quizá el que mayor dificultad tiene para las salas de exhibición y que sin embargo en plataformas digitales funciona muy bien.
El año pasado implementaron un fondo para coproducciones minoritarias, y hay tres coproducciones con Chile en desarrollo en este momento ¿Por qué decidieron lanzar esta línea de apoyo?
Desde hace algunos años que algunos productores decían que para que se desarrollara más nuestro sector nacional debíamos generar un intercambio más sostenido a nivel creativo, técnico y artístico, y cuando íbamos como mayoritarios siempre se limitaba esa capacidad de colaboración. Con el aumento de recursos que tuvimos el año pasado, que más que duplicó el fondo anual que teníamos, pudimos abrir finalmente la línea y es interesante que haya sido con Chile por dos razones: una es porque Chile es el primer país con el que hicimos un acuerdo bilateral el año pasado, entonces significa que ya había una cercanía entre nuestros productores y una expectativa sobre el posible acuerdo, y la otra es que ya había cierta tradición o costumbre de coproducir, como la hay con Argentina, Colombia y México. Ahora creemos que ya después de un año de haberlo lanzado va a diversificarse la cantidad de países como coproductores.
Es importante que los peruanos sientan a su cine como propio, que no lo vean como algo que hacen personas con muchos recursos y lejano sino como algo que les pertenece.
Seis de los siete estrenos peruanos del Festival de Cine de Lima fueron filmados fuera de la capital, a pesar de que el acceso a equipos o profesionales capacitados fuera de Lima es complicado. Además de los fondos para producciones en las regiones, ¿existen proyectos de formación de cineastas y públicos en esas zonas?
En el Perú no hay escuelas públicas de cine. Hay algunos institutos que enseñan cine, pero la mayor parte de los cineastas han estudiado comunicación audiovisual o carreras afines, o se han formado en el extranjero. Hay una carencia a nivel de especialización, entonces gran parte del cine se aprende haciendo, y un fenómeno muy interesante que ha sido recogido en algunas investigaciones es algo que acá se conoce como "cine regional": un cine tradicionalmente amateur respecto a su modelo de producción y autogestionado a nivel de los recursos, de muy bajo presupuesto, pero sostenido a lo largo del tiempo y con un alcance muy importante, con desarrollos estéticos interesantes y formas de circulación itinerantes. Entonces ya hay de alguna manera un interés, una pasión por hacer cine. En 2006 se abrió el primer fondo para lo que se llamó en su momento Cine regional. Ahora lo que hacemos es que en prácticamente todas las categorías hay cuotas para proyectos postulados desde el interior del país. En paralelo realizamos talleres gratuitos para el desarrollo de proyectos en diversas regiones, exclusivos para cineastas del interior. Eso no solamente beneficia a quienes están desarrollando sus películas sino que sirve para que la comunidad en la que se está llevando a cabo el taller se entere que es posible hacer cine en el país y en las distintas regiones, que lo dejen de ver como algo lejano ya que ven que hay gente haciéndolo, con o sin financiamiento. Entonces hay tres modelos de producción en el perú: el modelo de cine comercial, el que se hace principalmente con fondos públicos, y el modelo de cine autogestionado.
¿Notas que el éxito en festivales internacionales de títulos nacionales recientes como "Retablo", "Wiñaypacha" o "Canción sin nombre" ha cambiado la percepción que el público local tiene sobre el cine peruano?
Desde 2013 hay un despunte de la asistencia para ver películas peruanas. Nuestras cifras son de las más altas que hay en toda la región: el año pasado, de 50 millones de entradas vendidas, casi 9 millones fueron para ver cine nacional, lo cual supera ampliamente los porcentajes del cine de la región, que está bastante por debajo del 10% y en algunos casos alrededor del 5%. Es verdad que es el cine comercial el que levanta la mayor parte de esas figuras, pero si ves el cine más de autor o el que se hace con recursos públicos, las cifras no son nada marginales. "Retablo" de Álvaro Delgado Aparicio debe andar alrededor de los 69 mil espectadores, "Wiñaypacha" de Oscar Catacora casi llegó a 40 mil. Esto es interesante porque son películas en lenguas indígenas y porque son exigentes, entonces lo vemos como resultados positivos teniendo en cuenta que no son best-sellers en el sentido de que se venden rápido y no se vuelven a ver, sino que duran en el tiempo, se siguen consultando y viendo en diferentes espacios, por lo cual lo considero como un interés y una apertura del público hacia el cine nacional.
¿Existen estímulos específicos para contenidos en lenguas indígenas?
Abrimos por primera vez un estímulo para la producción de cortometrajes en lenguas indígenas. En años anteriores habíamos tenido fondos para largometrajes en lenguas indígenas, pero hubo una demanda de algunas organizaciones vinculadas al cine indígena. Se nos comunicó que ellos desarrollan mayormente cortometrajes, entonces como un gesto hacia esa realidad de la producción abrimos esta línea de cortos.
¿Qué es lo que aún falta por hacer y cuál es la mayor demanda por parte de la comunidad audiovisual peruana?
Hay dos demandas, las dos muy válidas, que tenemos que enfrentar, son complejas pero se puede. Una es rescatar nuestra memoria audiovisual. No hay una cinemateca nacional en el país ni una política de preservación del audiovisual, pero es fundamental para nosotros, porque si no conocemos nuestra propia historia cinematográfica estamos perdiendo una forma de formar a nuestros espectadores y de hacer entender a nuestra propia comunidad la importancia del audiovisual para nuestra representación, nuestra idea de nación, nuestra reflexión como país. Con respecto a la producción, yo diría que volviendo a tu pregunta sobre la coproducción, queremos que lo que comunicamos no se limite al público nacional. La coproducción también es por lo menos la promesa o la idea de poder circular por territorios más amplios con nuestra producción, por culturas con las cuales tenemos afinidades: América Latina y la Europa que tiene cierta apertura a la multiculturalidad. Y en lo que respecta al territorio nacional, hay un tema con la concentración de los espacios de exhibición comercial, que también es un problema regional, donde todavía hay mucho por hacer. Yo no creo en las fórmulas absolutas: si bien es importante avanzar hacia la implementación de cierta protección para el cine nacional, también creo que hay que tener acciones de cambio de la percepción social sobre el cine nacional y lograr que nuestras comunidades se apropien de su cine como se han apropiado de otras particularidades culturales nuestras. Es importante que lo sientan como propio, que no vean el cine como algo que hacen personas con muchos recursos y se ve muy lejano, sino como algo que les pertenece, y que por ende lo demandan, lo quieren y lo buscan.