• Pierre Emile Vandoorne, Secretario Ejecutivo de la CAACI

Pierre Emile Vandoorne, Secretario Ejecutivo de la CAACI

El Secretario Ejecutivo de Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI) hace un balance de las tres décadas de vida de la institución y analiza las líneas estratégicas definidas para los próximos años. Esta entrevista forma parte del suplemento digital "30 años de la CAACI: Una instantánea colectiva".

¿Qué evaluación haces de estos 30 años de la CACCI? ¿Cuáles identificas como los principales logros? 

El logro no es solo la creación de los instrumentos para poder coproducir. La CAACI empezó con algunos países que estaban apostando probablemente a la institucionalidad y el apoyo a la cinematografía del país, y ahora toda Iberoamérica está representada -salvo Honduras, aunque ha tenido participación y se comunica con nosotros. Creo que también ha sido importante posicionar en cada uno de los países miembros la importancia de una política de fomento del audiovisual, entonces se han ido desarrollando leyes de cine en prácticamente todos los países. La CAACI servía como una plataforma que ayuda al desarrollo de las normas nacionales, brindando información y apoyo de diverso tipo. 

Además, como bloque tenemos un país invitado de observador que entró con doble rol, como invitado a la CAACI y como participante en el Programa Ibermedia. Otro logro como bloque es la vinculación con otros bloques del mundo, por ejemplo con las EFADs (Asociación Europea de Directores de Agencias de Cine) hemos realizado acciones más simbólicas como la creación del Premio DALE! (Desarrollo América Latina- Europa),y tenemos reuniones periódicas para intercambiar información sobre buenas prácticas. 

¿Y cuáles son, a tu criterio, los principales desafíos? 

Nosotros tenemos un acuerdo que busca construir un espacio común audiovisual latinoamericano e iberoamericano y eso es algo que no hemos logrado: circular nuestros contenidos en nuestros países. Y ahí, las televisiones públicas y las redes -como la Red TAL, son fundamentales; pero hay otros ámbitos: en la exhibición comercial sigue teniendo una posición dominante de la producción de Hollywood. El cine nacional ya tiene dificultades y el cine iberoamericano es muy minoritario. ¿Hay oportunidades para lograrlo? Sí, claro. Entendemos que el entorno digital es un espacio para una mayor de diversidad de contenidos a nivel de orígenes. Luego se podrá discutir si las producciones que aparecen son heterogéneas o no, pero la diversidad de orígenes es clara. Actualmente en internet se puede acceder a contenido uruguayo, peruano, mexicano, paraguayo, chileno, etc., ya sea por las plataformas comerciales o por proyectos multilaterales como Retina Latina, que no es un proyecto de la CAACI pero de alguna forma se gestó en su seno: los seis países miembros se reunían durante las reuniones de la CAACI y los demás países lo apoyaron indirectamente. Es un reto, pero hay razones para ser optimista en ese sentido. 

En relación al Programa DOCTV, ¿están previendo algún tipo de programa que continúe fomentando la producción y circulación del documental regional en las televisoras y en otras ventanas? 

Cuando decidimos que no continuase el Programa DOCTV fue para pensarlo de una forma más efectiva y ver de qué manera podríamos articular de una manera más orgánica con el sector, con las televisoras en general y con las televisoras públicas en particular. La heterogeneidad era su riqueza, pero también planteaba retos a nivel de la programación. En nuestras conversaciones con los canales, si bien estaban muy comprometidos con el programa, también querían ver de qué manera podían ampliar su participación en los procesos productivos. Entonces empezamos a pensar de qué forma podríamos involucrar a los canales y los institutos no sólo como espacios de difusión sino también en los procesos de producción y conceptualización. Eso requería una reflexión un poco más amplia. 

Esto también implicaba retos a nivel normativo, muchas de nuestras normas que piensan la coproducción están diseñadas pensando en la ficción, y poco en los procesos documentales. Por eso, emprendimos un proceso de reflexión de nuestros marcos normativos, tanto del Acuerdo Iberoamericano de Coproducción, como del Reglamento; para facilitar la producción no solo de documental sino también de animación, que es un sector que nos ha interesado mucho en los últimos años, tanto a la CAACI como al Programa Ibermedia. 

A la luz de esas reflexiones nos acercamos a la Red TAL y, en diciembre del 2019, firmamos un acuerdo de colaboración. La pandemia lo ha ralentizado, pero buscamos diseñar acciones que ayuden a la circulación de documentales y de contenidos en general a través de la televisión, y la televisión pública y cultural en particular. También TAL, tanto en asociación con DocMontevideo como por su lado, está planteando algunas acciones para adquisiciones colectivas y coproducciones; y eso nos interesa y estamos reflexionando con ellos para ver de qué forma podemos hacerlo juntos. 

¿Y en qué etapa está el proyecto Ibermerdia Digital? 

Ibermedia Digital (que luego se llamó  Pantalla CAACI y luego volvió a Ibermedia Digital) fue un proyecto pionero, yo recuerdo su aprobación hacia inicios de 2013. Desde entonces ha habido muchas transformaciones y el proyecto debe repensarse. Esto se vincula con la pregunta anterior: parte de la necesidad de transformarlo se debe a la transformación de las televisiones en general y el cambio en los hábitos de consumo y el acceso a los contenidos audiovisuales: ya no es necesariamente lineal o sincrónico, sino más interactivo.

¿Qué nos puedes contar del Observatorio Iberoamericano Audiovisual?

Es un programa al que justamente la CAACI está apostando más con el fin de observar, analizar y proponer buenas prácticas a nivel de política pública que sean útiles a los países miembro. El observatorio también puede ser una instancia de desarrollo de recomendaciones para la implementación de protocolos en la región, por ejemplo vinculados al género, al impacto medioambiental de la producción audiovisual y cómo asegurar un fomento responsable, entre otras. Ya hablábamos de protocolos, pero con la pandemia se ha posicionado muy fuerte en la mente de las personas del sector la necesidad de pensar en cómo estamos haciendo las cosas, en cómo generar entornos seguros, no solo en salubridad pública, sino también seguros en términos de equidad de género o en cuanto a derechos laborales. Por otro lado, creo que a nivel de gestión de la información nos falta mucho. En la CAACI se plantean acciones de política pública o se discuten algunas medidas muy técnicas, y luego se aplican en los países. Es algo que la ciudadanía no sabe. El objetivo es que ahora esa información sea procesada y puesta a disposición de los países y de toda la ciudadanía. 

¿Qué balance hacen de Italia en la figura de país invitado? ¿Ha habido acercamientos de otros países interesados en ser parte?

Muy positiva. Evidentemente las decisiones entre países no son suficientes para que se den las coproducciones, son los sectores que tienen que conocerse y eso toma tiempo. Por ejemplo, al principio pocos proyectos se presentaron a Ibermedia, pero eso ha ido cambiando y el año pasado en la reunión en Managua nuestros colegas italianos estaban muy satisfechos. Sí tenemos consultas de otros países extrarregionales que nos piden informarse, no solo por Italia sino por la visibilidad de las acciones tanto de la CAACI como de Ibermedia. Hemos tenido acercamientos pero todavía no hemos avanzado porque son procesos que llevan tiempo. 

Nuestra estructura como bloque es muy diferente a la europea, no tenemos una instancia supranacional que pueda dictar medidas de aplicación colectiva, pero sí tenemos la facultad de emitir resoluciones que contengan recomendaciones para la implementación en la política nacional.

Sobre la cooperación con EFADs, hace unos años se reunieron particularmente para discutir sobre el entorno digital, ¿ha habido avances en ese sentido? 

En el seno de la CAACI hemos mirado muy de cerca y discutido cómo los países europeos aplican las directivas de la Comisión Europea referidas a los operadores transnacionales en el entorno digital. Evidentemente nuestra estructura como bloque es muy diferente a la europea, no tenemos una instancia supranacional que pueda dictar medidas de aplicación colectiva, pero sí tenemos la facultad de emitir resoluciones que contengan recomendaciones para la implementación en la política nacional. En Europa existe la obra europea a la cual se aplican cuotas, y eso permite que en un territorio más extenso que el nacional puedan tomarse ciertas consideraciones. En nuestros países sería más difícil la aplicación de ese tipo de medidas supranacionales, sin embargo la definición podría ser interesante para entender de qué estamos hablando cuando hablamos de un mercado común latinoamericano; no solamente la producción nacional sino la producción de estos países con los que tenemos vínculos culturales e históricos profundos, y cuya circulación en nuestro continente nos parece estratégica.  

Nos hubiese gustado aprobar una primera resolución el año pasado en Nicaragua, no llegamos a consensuar todos los temas porque tiene muchas aristas: para empezar, en muchos de los países países la financiación está vinculada con la circulación en espacios tradicionales de exhibición, y eso es importante, porque no podemos descuidar las salas de exhibición, sobre todo las salas de cine independiente. A la vez, no se puede negar la importancia de las plataformas para la circulación en nuestros países, que muchas veces permite traspasar las fronteras mejor que los cines tradicionales. Entonces sí, tenemos que analizar tanto cómo vamos a tratar los estrenos digitales hasta aspectos como la promoción de la diversidad en las plataformas. 

En relación a la circulación en salas, se estaba realizando un relevamiento de los circuitos alternativos. ¿En qué etapa está? ¿Cuáles son las recomendaciones planteadas?

El relevamiento fue impulsado por Colombia con apoyo de la CAACI, y permitió que los países participantes hiciéramos un relevamiento que a veces no habíamos hecho. Para empezar, había que tipificar a qué nos referíamos con exhibición alternativa, es muy diverso: hay cine-clubes, espacios multifuncionales, o salas con un modelo más tradicional de arte y ensayo. Y había que entender cómo era su gestión, sus sistemas de ingresos, etc.

Colombia nos compartió hace un mes la primera exposición de resultados. ¿Qué encontramos? Mucha fragilidad, poca sostenibilidad, intermitencia, fragilidad a nivel financiero. Muchos espacios finalmente dependen de la dedicación, empeño y amor por el cine que tienen sus gestores. Esto tiene que llamarnos la atención para ver de qué forma podemos diseñar ayudas acorde con la realidad; también visibilizamos qué países tienen apoyo a la gestión de las salas, y que hay diversidad en cómo los países deciden financiar. Pero muchas de las conclusiones a las que habíamos llegado tenemos que pensarlas a la luz de la data que tengamos este año por la pandemia.

En cuanto a las salas comerciales, ¿están discutiendo algún tipo de recomendación para proteger los cines nacionales y regionales? Por ejemplo la cuota de pantalla...

No podríamos aplicar una disposición general grupal a todos los países que conforman la CAACI, no es viable legalmente, lo único que podemos hacer es plantear recomendaciones sobre medidas efectivas. Y la misma cuota tiene resultados de lo más diverso: en algunos países ha funcionado muy bien, en otros no tanto, su aplicación no necesariamente ha garantizado la diversidad de contenidos en la pantalla. Según cuál sea la forma de calcular la cuota los resultados pueden ser distintos. Pero creo que para facilitar la consideración de acciones colectivas, acordar una definición conjunta de obra latinoamericana podría ser un primer paso interesante.

Respecto a los temas prioritarios para la CAACI en los últimos años, ¿podrías detallar cuáles son y en qué etapa están?

Por lo menos en el último año y medio estamos tratando de discutir temas que plantean los países y posicionarlos a nivel de política, para que cuando lo defendamos a nivel nacional venga de un estándar internacional ya avalado a nivel iberoamericano. Los temas de interés prioritario en estos últimos dos años, sobre los cuales nos hemos expresado, han sido temas vinculados a la diversidad: tanto en términos de género; como en términos de representación y auto-representación de los pueblos indígenas. Sobre este tema hicimos un pronunciamiento el año pasado, no necesariamente atañe a todos los países de la CAACI de igual manera, pero sí es un interés colectivo.

Sobre el tema de género venimos trabajando hace tiempo y no hemos todavía culminado todo el proceso de reflexión. En diciembre íbamos a revisar los avances y todavía había necesidad de trabajar más con las organizaciones, porque muchos de estos avances se dan en el diálogo que los países establecen con organizaciones, buscan ver problemáticas comunes y lo llevan al colectivo para tomar una decisión. En el tema de género estamos todavía un poco atrasados, en el tema indígena hay diversas propuestas que hemos discutido vinculadas al fomento del cine comunitario, a la formación, no tanto al modelo de coproducción porque muchas veces los modelos de producción son distintas. 

Y los temas pendientes son vinculados al entorno digital, donde nuestros pronunciamientos o decisiones colectivas todavía no han sido consensuadas y hechas públicas; y un pendiente que no hemos tratado pero que ha sido comentado es el tema del impacto medioambiental de la producción.  

En febrero firmaron un acuerdo con FIPCA, ¿qué objetivos se marcan en esta línea?

El acuerdo con FIPCA busca generar un diálogo fluido que nos permita diseñar lo mejor posible los instrumentos que promueven la coproducción. El acuerdo iberoamericano es un documento suscrito hace dos décadas o más, fue pensado en gran medida como un modelo para ficción y también para cine, y no tanto para una diversidad de producciones audiovisuales mayor a lo estrictamente cinematográficas. Como todo instrumento no solo recoge principios, también recoge una manera de hacer las cosas y las cosas están cambiando. FIPCA es quien puede trabajar con nosotros con la posibilidad de evaluar suscribir un nuevo acuerdo de coproducción, adendar el acuerdo original y pensar uno nuevo para las nuevas formas de producir. 

Lo primero que hemos hecho ha sido revisar el reglamento del acuerdo, hicimos algunas modificaciones para facilitar el reconocimiento de documentales y animaciones, y ahora estamos planteando una revisión adicional que nos permita entender mejor cómo son las etapas de producción de películas que no sean de ficción. Los cambios son diversos, no solamente en los modelos de producción y circulación, sino también hay puestos de trabajo y procesos que no existían o que han adquirido una relevancia que antes no tenían. 

Con la situación de la pandemia, ¿cómo se está trabajando desde la CAACI? ¿Están vislumbrando algún fondo para paliar las consecuencias para el sector y/o proyectan alguna modificación concreta en los programas que ya existen?

Lo que hemos estado haciendo durante este tiempo es levantar información sobre cómo los países estaban respondiendo a las circunstancias para ponerla a disposición de los miembros de la CAACI. Una de las cosas que notamos es que no nos ha golpeado a todos los países de la misma manera, ya sea por razones estructurales, por particularidades geográficas o sociales; lo cual también repercute directamente en la producción. 

En cuanto a los modelos de respuesta, algunos países han respondido con fondos extraordinarios, tanto públicos como privados, para mitigar el impacto de la pandemia en la actividad y en los profesionales, nuestro sector está integrado por trabajadores independientes e intermitentes y por tanto muy vulnerables a las circunstancias que estamos viviendo. A la vez, la proyección es muy difícil para nuestros países, porque ha generado una crisis económica muy fuerte, y tenemos mucha incertidumbre acerca del próximo año. Los primeros indicios son evidentemente de algunas medidas de austeridad y de tener que repensar cómo organizamos nuestros recursos. 

No sabemos todavía cuándo vamos a reiniciar algunos aspectos de la actividad. En este sentido estamos tratando de ser optimistas, tendremos que enfrentar con dinamismo los retos y el retroceso que ha generado a nuestros países. Esto ha afectado de forma negativa pero también ha acelerado otras dinámicas de consumo, de adquisición y circulación de contenido audiovisual en nuestro continente, y hay que ver de qué manera eso produce cambios el próximo año.