• Rodrigo Moreno, director de “Réimon”

  • Rodrigo Moreno, director de “Réimon”

    Rodrigo Moreno, director de “Réimon”

  • Rodrigo Moreno, director de “Réimon”

Rodrigo Moreno, director de “Réimon”

Rodrigo Moreno estrenó este jueves 25 de junio su más reciente largometraje, “Réimon”, film que habla sobre el empleo del tiempo en relación a las condiciones laborales y el encuentro entre clases, donde se planteó un esquema de trabajo y una estructura de producción austera condicionada por la propia propuesta.

“Esta película se hizo con 34.000 dólares”. Con la respuesta a una pregunta que suele incomodar, se inicia “Réimon” y no es casual. Antes de que el rostro de la protagonista, interpretada por la actriz natural Marcela Días, inunde la pantalla, Moreno desglosa origen, uso y distribución de los capitales empleados para la película y el empleo del tiempo, en una acción que se condice con el tema de fondo pero también con un interés por transparentar el costo de hacer cine, especialmente de un cine que busca hablar de la realidad.

La historia de la película es la de Ramona, una chica que cada día se moviliza desde el conurbano bonaerense al centro porteño para limpiar casas; rebautizada Reimon en el hogar de una joven pareja de clase media intelectual, que lee y debate “El capital”, Ramona materializa a la clase obrera en un film que se argumenta a partir del encuentro entre clases. Producida por Compañía Amateur, en coproducción con la alemana Rohfilm, el apoyo de Hubert Bals Fund, Riviera Lab y la Universidad del Cine, se exhibe en la Sala Lugones de Buenos Aires, a la que en julio se sumarán salas de Córdoba, La Plata y Rosario.

La película inicia con una detallada descripción de los recursos económicos y humanos con los que se contaron para realizar esta película, ¿por qué tomaste esa decisión?
La película cuenta la relación que las personas tienen con el tiempo en función del trabajo. Detallar el tiempo de trabajo y el costo que demandó hacer la película es un modo de introducir al espectador y ponerlo en tema. Pero por otro lado, pone a la película y a quienes la hicimos dentro de esa lógica. El hecho cinematográfico la mayoría de las veces se presenta por fuera de esa relación materialista como si fuera un hecho divino, estelar. A mí me encantaría que las películas que pretenden filmar "la realidad latinoamericana" incluyan sus costos en los títulos, sería un modo de blanquear la dificultad existente entre la economía del cine y la economía de la realidad que se intenta retratar. Obviar ese factor es problemático y de ese problema es que se trata Réimon.

¿Cómo se maneja el límite entre la ficción y la realidad en esta historia, considerando que su protagonista casi se interpreta a sí misma?
Se trata de una película de ficción en tanto la protagonista no se llama Ramona sino Marcela Días. Cuando la película toma elementos reales de la protagonista es porque entiende que son irrepresentables. A esta altura de la historia del cine, "la vida pobre" ya no se puede representar bajo los parámetros del realismo, no nos pueden hacer creer más que lo que vemos es verdad cuando es pura representación, o se evidencia como documental o se evidencia bajo las formas artificiales del cine, pero el realismo social debería terminar de una buena vez. Ya estamos cansados de directores demagogos lavando sus culpas a través de relatos de pobres. Desde mi punto de vista, el pobrismo y el miserabilismo representan el mal en todas sus formas.

¿Qué cosas tomaste de su realidad para nutrir la historia y despojarte tal vez de una mirada que la propia película cuestiona?
Los viajes que muestra la película son los viajes que hay que hacer si no tenés auto ni plata para un remise y vivís en Varela, y trabajás en el centro de la ciudad. Son dos horas y media de viaje de ida y otro tanto de vuelta. Eso es tiempo destinado al trabajo que el trabajador dedica cada día sin retribución. También la casa que habita Ramona y la familia que aparece en algún momento es la familia real de Marcela. Todos ellos sabían que no estaban haciendo de sí mismos, Marcela entendió este juego de entrada y yo se lo agradezco profundamente.

Me encantaría que las películas que pretenden filmar 'la realidad latinoamericana' incluyan sus costos en los títulos.

En una entrevista previa me comentaste que adoptaste esta estructura de producción porque ya no te sentías cómodo en la habitual. Después de esta experiencia, ¿se ha ajustado a tus necesidades y búsqueda? ¿En qué notaste una diferencia?
Me encanta filmar bajo este formato porque convierte al rodaje en un momento de escritura pura, de investigación. En formatos más convencionales en donde hay un guion definido y un plan de rodaje a cumplir esto es imposible. En el caso concreto de “Réimon” yo necesitaba sí o sí encontrar la película durante el proceso de rodaje y de montaje básicamente porque no contaba con un guion. Hubiera sido imposible filmarla de otra manera porque la mayoría de los fondos a los que uno puede acceder para conseguir plata para filmar exigen un guion literario. Y no contaba con un guion en este caso porque entendí que ese vínculo entre la ficción y lo real que vos preguntaste antes no lo podía prever, tenía que aparecer de manera natural. Aposté por un proceso de trabajo antes que por una historia determinada y entiendo que las películas siempre expresan el resultado de cada proceso de trabajo, las películas al final son el reflejo de eso.

¿Cómo ha sido lograr un estreno en sala con este planteo de producción?
Esta escala de producción requiere una escala de exhibición acorde. Todo está hecho "a mano", es un proceso totalmente artesanal y entonces me relacioné con salas y con programadores que trabajaran también desde ese lugar. En Buenos Aires esa experiencia se llama Sala Lugones. Cuando estaba para estrenarla, la sala estaba cerrada por reformas. Decidí esperarla hasta que reabriera. Ahora finalmente se estrena allí y el programador y su equipo trabajan especialmente para cada ciclo o película que programan y eso se ve en el modo en que presentan y se ocupan de cada cosa que pasan. En Córdoba, por ejemplo, adonde se va a estrenar a fines de julio existe la sala municipal Hugo del Carril que trabaja también de un modo similar. La sala tiene un público capaz de conectar con una propuesta como “Réimon” porque les importa cada película que dan. Me interesan esos espacios.

La película cuenta con varios fondos habituales para el cine de autor latinoamericano, ¿consideras que pese a plantear una estructura de producción diferente se recae en un mismo sistema?
Hubieron dos razones por los cuales no podía presentarme al INCAA que es el fondo estatal que tenemos en Argentina para financiar al cine. Uno es que no aceptan proyectos sin guion , lo cual es un problema para muchas películas que optan por caminos diferentes para llegar a un resultado; hay muchas que parten de conceptos, de presunciones y no necesariamente de una articulación dramática y formal de lo que se quiere narrar. Pero también había una cuestión de orden ético, yo no podía pedirle plata al Estado para filmar a un personaje cuya realidad es producto también de las políticas de ese mismo Estado, en relación a la redistribución de la riqueza, en relación al sistema de transporte, en relación a la situación económica general de la clase baja. Frente a eso es que opté por presentarme a varios fondos en el extranjero y logré la ayuda de dos de ellos, el que depende del Riviera Maya de México y el que depende del festival de Rotterdam. Sin esa plata y sin el apoyo de la Universidad del Cine que nos dio parte de los equipos, no hubiera podido hacer esta película y pagarle a los técnicos y a los actores según los montos que fijan los respectivos sindicatos. Haber hecho una película por fuera del sistema industrial y pagar sueldos según lo que establece la industria es un pequeño orgullo que guardo como primera experiencia en calidad de productor.

¿Estás trabajando en un nuevo proyecto? ¿Cómo te lo planteas en términos de producción?
Estoy rodando ya una nueva película en este momento que se llama “Documentación de una ciudad de provincia”, sobre el registro de diversas situaciones que componen un retrato caprichoso del tiempo presente de la ciudad de Colón en Entre Ríos. La película sigue en paralelo a un pescador, a un grupo de adolescentes, a un grupo de perros y a un grupo de jugadores de naipes a lo largo de un día. Cuento esta vez sí con el apoyo que el INCAA dispone para documentales a través de la quinta vía digital. Tampoco partí de un guion y la estructura de producción es igual a la de “Réimon”. El equipo técnico se conforma con la cantidad de personas que entran en mi auto, o sea, cuatro. Y llevamos el máximo de equipamiento que permite el baúl. Mientras tenga ideas que se ajusten a este formato de producción y mientras siga conservando el auto voy a poder seguir haciendo películas de esta manera. Pero al mismo tiempo escribí un guion para una película mucho más grande que estoy desarrollando junto a Rizoma, la productora de Hernán Musaluppi con quien ya hicimos “El custodio” y “Un mundo misterioso”. Se llama “Los delincuentes” y esperamos filmarla el próximo año.