• Rubén Mendoza, director de “Niña errante”

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Rubén Mendoza, director de “Niña errante”

El pasado 4 de abril se estrenó en Colombia “Niña errante”, sexto largometraje del director, guionista y montajista Rubén Mendoza. Se trata de una producción de Día Fragma Fábrica de Películas, en coproducción con Ciné-Sud Promotion (Francia), que cuenta con la distribución de Cineplex. La película inicia con la muerte del padre de Ángela, Carolina, Paula y Gabriela, medio hermanas que terminarán conociéndose en el funeral, luego del cual iniciarán un viaje en el que atravesarán el país para llevar a Ángela hasta donde su tía, evitando así que la niña quede bajo custodia del Estado. El viaje no solo estará marcado por el duelo y la creación de un lazo familiar entre las hermanas, sino por la llegada de Ángela a la pubertad y la inminente soledad que aquella tendrá que afrontar. A propósito de este estreno, LatAm cinema conversó con Mendoza.

Usted suele destacar el valor del proceso de hacer sus películas, así que quisiera que comenzáramos por ahí. ¿Cómo fue esa experiencia de hacer “Niña errante”, en la que el viaje por carretera parece tener una importancia que va más allá de la historia que se cuenta?

La experiencia cinematográfica, en el fondo, para mí es todo, pues sobre lo único que uno tiene al menos verdadera visión es sobre su propia experiencia en la existencia. Pero la experiencia artística es algo que yo no le puedo otorgar exclusivamente al resultado. Veo el proceso como parte del resultado mismo: el hecho de pasar unos años con un tema y una gente que yo considero interesante, compartir y participar de esa factura y de esas manos que van haciendo una película.

En cuanto a la experiencia de la carretera, esta ha sido fundamental de alguna manera en todas mis películas. Siempre busco maneras particulares de filmar la carretera. Y aquí en gran parte se trataba de poder mantener una escala humana del viaje, sintiéndolo nosotros. Por eso se modificó tanto el carro, buscando poder tener control sobre la escena, poder movernos y ubicarnos alrededor y sobre él, pero sin aparatos que alteraran su natural altura, que alteraran el tamaño con que se veía a los otros carros o que impidieran que andar a una velocidad normal.

Ahora, la experiencia humana fue maravillosa porque aquí pude hacer con mucha confianza preguntas que tengo desde niño, de una vida que ha permanecido rodeada por mujeres y en órdenes matriarcales; así que fue una carretera del alma muy bonita, así como el hecho de uno sentir y palpar los dos géneros en uno.

La exploración de la feminidad, algo que ya había abordado en “Señorita María, la falda de la montaña”, parece ser su objeto de interés principal en esta “Niña errante”. ¿De qué manera buscó orientar dicha exploración?

La feminidad en mí yo siento que la vengo explorando desde hace más tiempo. En mis cortos el tema ya viene volviéndose muy importante. Sin abuela no habría excusa para hacer “Tierra en la lengua”, por macho que sea su protagonista. Y tengo muchas películas en fila con ese tema.

Aquí la base de esa exploración fue preguntarme cómo sería esa reunión sin uno, sin un testigo, cómo sería genuinamente; como si la cámara fuera un punto de vista de un objeto. Eso es lo que podía tratar de volver genuino ese encuentro. Y, por otro lado, también me interesaba poder hacer conciencia sobre cómo esa lotería genética que lo hace a uno hombre o mujer marca una diferencia radical en cualquier paso que se da en la vida. Entonces la niña, que nunca ha tenido fermento femenino en su crecimiento y en su crianza, es una excusa también para presentar de una manera muy tranquila y muy de aprendiz la curiosidad masculina.

La exploración también partió de armar estos cuatro personajes a través de muchas mujeres que conozco, o que he conocido; de entrevistarme con colaboradoras, amigas, desconocidas, de ubicar gente con situaciones parecidas a la de Ángela. Después se fue complementando con la aparición de las actrices, cuatro mujeres no solo muy dispuestas a hacer el proyecto, sino realmente comprometidas con sentir cosas que querían representar. Ese proceso de exploración también estuvo abierto hasta el final del montaje. La montajista es mujer, la directora de fotografía es mujer, buena parte de las cabezas de equipo son mujeres, el crew casi el 70% era femenino, por lo tanto, la exploración nunca paró, y hubiera sido tonto hacer oídos sordos. Realmente a mí me gustaron muchos los cuestionamientos de las mujeres involucradas en la película, eso me hizo meterme más profundamente en un guion que también las hiciera sentir cómodas. De hecho, la etapa de ensayos muchas veces se desarrolló con el teclado abierto: lo que se ensayaba podía pasar al guion, era como un jam, pero de actuación y texto hasta que la exploración era satisfactoria. Eso hizo mucho más colectiva la experiencia.

Sofía Paz es la actriz que interpreta a Ángela, el personaje central de su película, lo que planteaba un reto actoral en varios sentidos. ¿Cómo fue el proceso de trabajo con Paz?

El proceso con ella, así suene un poco cliché, ha sido más bien de aprender y de observarla. Sofía es una mujer de una inteligencia y un instinto bestial, de una agudeza mental increíble, una mujer como sin miedo en la vida y muy lista a enfrentarla como toque. Tuvimos mucha química, estuve muy abierto a sus ideas, y la verdad es que vivía expectante de que se le ocurrieran cosas. Además, conoce su oficio y se conoce mucho. Ella funciona como un ecualizador. Hay tomas, como ese último plano, por ejemplo, que lo hizo siete veces y todas las veces hacía lo mismo en el punto donde decíamos, donde queríamos ciertos cambios exactos. La experiencia de haberla conocido fue preciosa para la película y aún más grande para mi vida. Agradezco mucho haber tenido ese privilegio de atestiguarla con cámara en su primer largometraje como protagonista, viendo cuánto control puede tener alguien sobre sí mismo y su oficio.

La escena de Ángela y la retroexcavadora es quizás una de las más potentes visual y sonoramente de toda la película, y me hace pensar en ese tipo de escenas que parecen ensoñaciones y a las que usted suele recurrir en sus películas. 

Para mí el sueño y la ensoñación son parte fundamental de la experiencia humana. Del sueño me gusta mucho sobre todo la posibilidad de uno ser uno sin uno seguir siendo uno, sin la carga de uno mismo. Por eso me gustan mucho esos momentos en las películas, y me gusta también cuando no se hacen para dar exclusivamente cuenta de la psicología de un personaje o de las características individuales, sino cuando corresponden a la verdadera realidad de los sueños, que es el azar. Uno sueña con lo que vive en el día, con lo que lo afecta, con las noticias, con lo que está oyendo en ese momento; uno mezcla todo. Y un momento de tanta vulnerabilidad como en el que está la Ángela, un duelo, y conociendo a estas hermanas, y al tiempo viajando y sabiendo que va a quedar sola, es un caldo de cultivo muy nutritivo, muy explosivo, si se quiere, para esta materia. Yo he procurado siempre que hagan parte de mis películas.

La experiencia humana fue maravillosa porque aquí pude hacer con mucha confianza preguntas que tengo desde niño, de una vida que ha permanecido rodeada por mujeres y en órdenes matriarcales; así que fue una carretera del alma muy bonita, así como el hecho de uno sentir y palpar los dos géneros en uno.

¿Qué impresiones tiene acerca del estado actual del cine en Colombia?

Yo veo que dentro de ese territorio que llaman Colombia hay muchas más versiones de Colombia ahora, hay más gente, más artistas, haciendo cine, y eso lo celebro. Tiene que haber más, como hablaban Sirk y Fassbinder, que tenía que volverse esto como el Siglo de oro español, donde el volumen de obras, aunque garantizaba que iba a haber más basura, era lo que también hacía los picos. Creo que hay una efervescencia en muchos niveles y que cada vez más va a haber todas las formas de cine. Por supuesto, está la que me interesa, la que defiendo y sigo soñando solo con eso: esa expresión unitaria del pensamiento en unas horas que uno diseña por años y que no tiene posibilidad de expandirse si tuvo rating o no, sino que existe ya. Considero que se ha fortalecido un poco. Tiene que haber de todo. Hay cine que a uno no le interesa, pero son las otras miradas las que hacen también la de uno.

Luego de discurso previo a la proyección de “Niña errante” en la inauguración del FICCI 59, el festival emitió un comunicado en el que, sin nombrarlo, parece señalarlo de haber usado su intervención para abordar asuntos que, en opinión de quienes dirigen el festival, no conciernen al cine.

Considerando el cine como una forma de expresión, un festival de cine es como un barrio de pensamiento y de ideas, donde se deben encontrar, donde deben chocar. Pienso que al festival le bastaba con respaldar la libertad de expresión, en lugar de condenarla y adherirse a unos intereses. Pienso que, si la gente sigue pensando solo desde su orilla, nunca vamos a poder exigir una realidad distinta; y nosotros, la gente del cine, somos especialmente cómodos: de las alfombras rojas a las fiestas de la respectiva película. Yo sí siento que, con el poder que tienen las cámaras, con el poder que tiene la palabra, sabiendo que la gente que está padeciendo de verdad en primera línea políticas nefastas no tiene la oportunidad de ser invitada a festivales ni a palacios; el cine tiene que ser, a veces, una voz muchísimo más literal que el cine mismo, es decir, quienes estamos detrás realmente nos tenemos que poner a exigir una sociedad distinta, o por lo menos que se sepa y que se oiga que tenemos un grito ahí pendiente.

De acuerdo con lo que ha hecho público el director del Festival Internacional de Cine Colombiano en Buenos Aires, la Embajada de Colombia en Argentina retiró el apoyo para la realización de la retrospectiva de su obra, que el festival planea para su edición de este año, lo que sería una respuesta a la molestia que su discurso causó en el gobierno. ¿Qué opinión tiene respecto de esto?

Supe lo de la censura. Yo lo único que le dije a esos muchachos fue que lo estaban viendo por el lugar equivocado, porque llamaron a decirme que iban a buscar otro instituto que me llevara. Yo les insistí en que lo más importante era denunciar. ¿Cómo un gobierno va a poner lineamientos sobre la línea editorial de un festival?, ¿cómo les va a decir cómo hacer lo que ellos llevan haciendo años?, ¿por qué se va a sentir dueño de unos recursos que son de todos?, ¿por qué pregunta por mi discurso independientemente? Mi invitación fue a denunciar, y ellos lo agradecieron. El mismo organizador me dijo que tenía la conciencia mucho más tranquila por el hecho de no negociar, sino buscar por su lado, así fuera apostando por la financiación colectiva. Y hay gente que se aterra y se pregunta si ya empezó la censura. Solo hay que ver las inmoralidades de las que ha sido capaz esta corriente que ahora volvió al gobierno, como para que les aterre una tontería como esto —vetar a un cineasta— al lado de las atrocidades que hacen en el día a día, con la vida, con la gente.

¿Con qué apoyos de fondos o participaciones privadas contó “Niña errante”?

Tuve apoyo del FDC con “Niña errante”, después de haber perdido dos años previos con ella. También tuve el apoyo francés del CNC, estuve en Cine en Construcción, y tuve la participación de Caracol Televisión, un canal privado que se ha metido en mis últimas tres películas, muy especialmente a través de Dago García, una persona que jamás ha impuesto de ninguna manera un criterio editorial y que ha sido un gran aliado para mi cine, para mi vida y para que mis películas tengan mejor salud a la hora de producirse.

¿Qué recorrido internacional ha tenido la película hasta el momento?

Arrancamos prácticamente a principio de diciembre pasado en el Black Nights de Tallin, donde la película ganó Mejor Película y Mejor Música. Estuvo en La Habana, donde tuvo un premio colateral, estuvo en Miami, inauguró Cartagena, estuvo en Málaga, donde Carolina Ramírez ganó el premio a Mejor Actriz de Reparto, y ahora irá a Nueva York, al Festival de Cine Colombiano.

Foto de portada © Dia Fragma.