• Simón Mesa Soto, director de

    Fotograma de la película.

  • Simón Mesa Soto, director de

    La actriz Sandra Melissa Torres, protagonista de "Amparo"

Simón Mesa Soto, director de "Amparo"

Tras haber ganado la Palma de Oro en Cannes en 2014 con su cortometraje "Leidi" y haber vuelto a competir por el mismo premio en 2016 con el corto "Madre", el medellinense Simón Mesa Soto regresó a Cannes en 2021 con su primer largometraje, "Amparo", seleccionado en la Semana de la Crítica.

El filme, dirigido, escrito y producido por Mesa Soto y ambientado en la década del 90, sigue la carrera contrarreloj de una madre que intenta desesperadamente evitar que su hijo sea enviado con el ejército a una de las zonas más peligrosas del país. La producción de la colombiana Ocúltimo junto a la sueca Momento Film, la alemana Flare Film y la colombiana Medio de Contención Producciones pasó por el Festival de Punta del Este tras haber recorrido más de 20 festivales y prepara su estreno en salas colombianas en abril. LatAm cinema dialogó con Simón Mesa Soto sobre el camino de su ópera prima.

"Amparo" está basada en tu experiencia personal, ¿cómo fue el proceso de ficcionalización de tus propias vivencias y con qué dificultades te encontraste durante la escritura?

Tuve muchos problemas para escribir, fue una etapa de transición de los cortos; al principio tenía muchas ideas, tal vez yo pienso mucho las cosas. Cuando comencé a poner a mi madre al frente, hice clic con algo que me pareció interesante, unas imágenes que recordaba del ejército con mi hermano. Entonces escribí una primera versión del guion que salió muy rápido, un impulso. Pero luego reescribirlo fue muy complicado: escuchaba a mucha gente, asistí a unos talleres de guion en Torino Film Lab... Fue un proceso de entender el cine otra vez, de aprender a hacer cine. Pero creo que esto le pasa a muchas personas porque fui a Torino en 2017 y participé junto a otros proyectos que se estrenaron al mismo tiempo que "Amparo", sufrieron el mismo proceso. Es un terreno hostil el cine de las márgenes o el subdesarrollo donde habitamos, porque es un mundo donde la financiación es difícil, tienes una pasión por el cine y te gusta hacerlo pero sabes que es un proceso en el que hay que ser paciente.

¿Cómo se financió la película?

En Colombia, idealmente, para que un guion se vuelva proyecto tiene que ganar el FDC, el fondo de desarrollo cinematográfico. Ese paso es el que te dice "aquí hay una película que se va a hacer", allí es cuando toma forma y uno puede ya pensar en aplicar a otros fondos. Por alguna razón, el proceso de fondos con "Amparo" fue difícil, creo que tal vez fue la historia. Uno empieza un proyecto y espera lo mejor, se arma un cronograma con todos los fondos que podría ganar, pero no sucedió. Sólo ganamos un fondo en postproducción, aunque nosotros veníamos trabajando ya con coproductores suecos, que eran amigos con los que habíamos hecho un corto, y a través de ellos recibimos el fondo en Suecia. Además contamos con coproductores de Alemania y recibimos dinero directamente de ellos, y así se fue construyendo. En Colombia logramos una inversión privada y aquí en Medellín hay una comisión fílmica que ha logrado incentivar la realización audiovisual en la ciudad. Todo ese dinero fue construyendo el presupuesto, pero nunca llegábamos al presupuesto que esperábamos, porque yo no había dimensionado lo costoso que es hacer una película de época. A pesar de que sucede sólo 20 años atrás, había muchas cosas costosas, muchos extras, escenas que desde guion no parecían tan complejas y terminaron mordiendo una parte del presupuesto.

Cuando comencé a poner a mi madre al frente, hice clic con algo que me pareció interesante, unas imágenes que recordaba del ejército con mi hermano, entonces escribí una primera versión del guion que salió muy rápido, un impulso.

Además del gasto por la adaptación de época, ¿qué otras dificultades surgieron en el rodaje o en relación al presupuesto reducido?

Nosotras sabíamos cuánta plata teníamos y qué peli podíamos hacer. Intentamos mucho tiempo rodar en cine y no lo logramos porque no había dinero, esperamos un fondo hasta un mes antes de rodar y no lo conseguimos. Pero en el rodaje no tuvimos problemas porque el equipo era muy profesional. Para mí fue un aprendizaje hacer un largo y ser quien lo dirija, tener tanto poder sobre el resto del equipo. Es un aprendizaje que uno va adquiriendo, terminas entendiendo que el ánimo que tú tengas, tu actitud, todo influye. Además, al ser también productor de la película, cuando hablo de la financiación también hablo como productor, entonces creo que me hubiera ahorrado muchos dolores en la espalda siendo solo el director.

¿Cómo ves el cine colombiano actual?

En relación a otras épocas, la situación en Colombia ha cambiado muchísimo. Desde que existe una ley y una voluntad política para que el cine tenga un apoyo constante, el gremio se ha robustecido y organizado, hay asociaciones de editores, de directores; todo esto ha sucedido en los últimos 20 años. Yo creo que todavía falta, hay un apoyo pero uno no puede estar totalmente tranquilo. Cuando uno es beneficiario de un fondo, esa palabra suena como un triunfo, pero en realidad es una gran responsabilidad. "Toma este dinero y haz una película y te fiscalizamos para que no se gaste en forma indebida", pero al mismo tiempo tú estás haciendo un sacrificio muy grande para hacer esa película. Los montos todavía no son acordes, la cantidad de dinero que se da no sube en proporción a la inflación, entonces a uno le toca aceptar y entender que con eso tiene que hacer una película. Que igualmente está muy bien, hay orden, Proimágenes Colombia está muy organizado, y ha habido voluntad para que haya otras ayudas, pero es difícil porque el presupuesto nunca es suficiente, te toca recurrir a coproducciones con empresas extranjeras y fondos internacionales, y no siempre los ganas.

¿Estás trabajando en un proyecto nuevo?

Estoy escribiendo sobre un poeta. Tal vez el proceso de realización de la película me hizo cuestionar la labor del artista en el entorno en que yo habito, Medellín, y mis circunstancias. Todas esas crisis me hicieron pensar en el arte de una manera casi etnográfica, realista, del artista. Ya he escrito una primera versión del guion y estoy en el proceso de empezar ese camino otra vez.

Foto portada: Sara Nanclares.