Los programadores: Trevor Groth, director de programación de Sundance Film Festival

Fundado en 1978 con el nombre de Utah/US Film Festival, el actual Festival de Cine de Sundance se ha convertido no sólo en una de las ventanas abiertas más importantes de EE.UU. a las cinematografías independientes de todo el mundo, sino en un innovador motor para el desarrollo y el apoyo de nuevos cineastas a través del Sundance Institute y de iniciativas como el Feature Film Program, Documentary Film Program o el Creative Production Initiative, entre muchas otras. Trevor Growth, director de Programación del Festival desde 1993 comenta para LatAm cinema la relación de este preeminente festival con las cinematografías de América Latina.

 

Primero de todo, ¿cómo describiría las líneas editoriales del Festival de cine de Sundance?

Buscamos las propuestas narrativas independientes más diversas y originales de todo el mundo. Si un proyecto ensancha las fronteras del estilo y la narrativa, estamos interesados. Estamos especialmente inclinados a prestar atención a aquellas historias de pueblos o grupos sociales que pudieran hallarse poco representados en nuestra sociedad dominante. Asimismo, estas historias pueden adoptar una amplia variedad de formas, desde los documentales de largometraje tradicionales, hasta films de ficción, cortometrajes episódicos o realidad virtual. 

En relación al nuevo norte que la administración estadounidense podría adoptar en sus relaciones internacionales -en especial, aquellas con América Latina-, ¿está preocupado por el impacto que pudiera tener sobre el conocimiento y la distribución de cinematografías como la latinoamericana en EE.UU.?

Creo que, en estos momentos, el flujo de las ideas y la creatividad es inexorablemente global. La creciente ola de tecnología ha asegurado que el mundo está más conectado que nunca, lo que significa que los cineastas pueden compartir su trabajo e ideas con más facilidad y en todos los lugares. Nosotros apoyamos y mostramos a los mejores y más apasionantes cineastas independientes de todo el mundo y eso no cambiará por la política de gobierno.

¿Cómo se lleva a cabo la selección de los films para las distintas secciones del festival?

Nuestro equipo de programadores visiona cada una de las películas inscritas, lo que en el festival de 2017 representó 13.782 películas en total, (4.068 largometrajes --2.005 procedentes de EE.UU. y 2.063 del resto del mundo y 8.985 cortometrajes. El resto fueron inscripciones ocasionales y de realidad virtual. Hemos desarrollado un proceso muy exhaustivo a lo largo de las pasadas tres décadas que garantice que las mejores obras independientes y novedosas lleguen hasta el final. En la edición de este año, hemos seleccionado 226 trabajos.

¿En qué secciones suele estar presente el cine latinoamericano en Sundance?

Los proyectos latinoamericanos estuvieron omnipresentes en la edición de 2017, especialmente en nuestra sección World Cinema, la cual está empezando a ser realmente reconocida como el mejor sitio para encontrar nuevo talento cinematográfico internacional. La selección incluyó películas como la dominicana “Carpinteros” de José María Cabral, “Don’t Swallow My Heart, Alligator Girl!” del brasileño Felipe Bragança y la chilena “Vida de familia” de Cristián Jiménez y Alicia Scherson, en in World Competition o “Give Me Future: Major Lazer in Cuba” de Austin Peters (Cuba) en Documentary Premieres y tres cortometrajes documentales en nuestro Special Events Program, tutelado por el Sundance Institute’s Documentary Film Program en colaboración con La Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV) y Guardian documentaries. 

Los realizadores latinoamericanos recibieron varios galardones en la edición de 2016 (Antonio Santini -Puerto Rico-, Ernesto Contreras y Rodrigo Trejo Villanueva -México-, Francisca Alegría -Chile- y Fernando Coimbra -Brasil). ¿Cómo evalúa el estado de salud de las cinematografías latinoamericanas?

Después de haber visitado recientemente festivales como los de Colombia y Panamá, tengo la impresión de que el cine latinoamericano está atravesando por una ola vibrante de nuevas oportunidades tanto en los recursos como en la distribución. Muchos países en América Central y del Sur están viendo crecer el número de sus producciones, tanto las locales como las procedentes de EE.UU. y Europa como nunca antes había ocurrido. He asistido a la presentación de proyectos deslumbrantes en los mercados de pitching en los que he estado y me hacen estar convencido de que mejorarán el nivel de los festivales en los próximos años.

¿Cuáles son los desafíos en su opinión a los que el cine latinoamericano se enfrenta para crecer y aumentar su alcance internacional?

Creo que parte de los desafíos a los que se enfrenta el cine latinoamericano son comunes al cine universal: el mundo del cine es un sitio superpoblado y muy competitivo en el que es necesario lanzar las películas de forma que puedan ser descubiertas por públicos arriesgados que las apoyen. Sin embargo, no creo que los cineastas latinos tengan que alterar su visión para llegar a las audiencias internacionales. El deseo por nuevas historias y perspectivas de los cinéfilos de todo el mundo les harán buscar relatos originales y genuinos de diferentes regiones con su propia identidad y estilo. Y a través de las nuevas plataformas, ellos saben que tienen ahora la oportunidad de encontrarlos.