• Filmoteca de la UNAM: 60 años al servicio de la cultura cinematográfica

    Vista exterior de la Filmoteca.

  • Filmoteca de la UNAM: 60 años al servicio de la cultura cinematográfica

    Hugo Villa Smythe, director general de la institución.

  • Filmoteca de la UNAM: 60 años al servicio de la cultura cinematográfica

    Laboratorio cinematográfico de la Filmoteca.

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    Vista exterior de la Filmoteca.

Filmoteca de la UNAM: 60 años al servicio de la cultura cinematográfica

La Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es el archivo fílmico más grande de América Latina, con más de 45 mil títulos en custodia.

Desde su fundación en julio de 1960 con la entrega de sendas copias de “Raíces” de Benito Alazraki y “Torero” de Carlos Velo por parte del productor Manuel Barbachano Ponce, la institución ha trabajado con el principal objetivo de rescatar, preservar, restaurar, catalogar y difundir el patrimonio fílmico mexicano y del mundo. La Filmoteca empezó prestando copias en 35 y 16 mm a diferentes cineclubes del país. Más adelante creó el Cine debate popular y el Cineclub oficial de la Universidad. Estas actividades fueron la antesala de la creación de una programación permanente que actualmente se desarrolla en las tres salas del Centro Cultural Universitario de Ciudad Universitaria, así como en otros cines de la UNAM, como la Casa del Lago o el Cinematógrafo del Chopo. 

Con el objetivo de apoyar la difusión de la cultura cinematográfica, la institución también presta copias de cine clásico mexicano a instituciones fuera del país y dispone de una biblioteca especializada de acceso público con más de 16 mil impresos y cerca de 100 mil fotografías. En esta misma línea, la Filmoteca ha apoyado y organizado diferentes festivales, incluyendo FICUNAM desde 2011; y ha puesto parte de su acervo en la plataforma Cine en Línea, accesible desde su web

Entre sus hitos como archivo fílmico, destaca el hallazgo del negativo original de “Los olvidados” de Luis Buñuel en el proceso de catalogación del archivo de Barbachano o la “captura” de títulos como “La mancha de sangre”, película de Adolfo Best Maugard realizada en 1937 y casi inédita tras ser censurada por un desnudo.

El trabajo de la Filmoteca de la UNAM ha sido reconocido por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) con el Ariel de Oro en 2003 y por la asociación Prix Henri Langlois en 2011. ¿Cuáles son sus principales desafíos en la actualidad? LatAm cinema conversó sobre estas y otras cuestiones con su director general, Hugo Villa Smythe. 

 ¿Cuáles son las políticas de programación de la Filmoteca en relación al cine nacional y latinoamericano?

Nuestra prioridad es programar cine mexicano reciente y de archivo, el segundo nivel de prioridad es, precisamente, para el cine latinoamericano, aunque dependemos de acuerdos de distribución panregionales que, cada vez más, hacen complejo contar con esas películas.

¿Cuál es el esquema de gestión y de financiación de la Filmoteca?

La Filmoteca es una dependencia de la UNAM que cuenta con autonomía y presupuesto del Presupuesto de Egresos de la Federación. Por otro lado, muchas de las películas que resguardamos en nuestras bóvedas son propiedad de productores privados a los que se les cobra una cuota de recuperación por cada lata depositada.

Además, comercializamos los derechos de uso de imágenes de las que es titular la UNAM en programas de televisión, documentales, publicaciones y otras aplicaciones comerciales.

La Filmoteca de UNAM es el archivo fílmico más grande de América Latina, con más de 45 mil títulos en custodia.

¿Cuáles son las líneas de trabajo de la Filmoteca en relación a la formación de públicos? 

Trabajamos mucho en formación de cineclubes y siempre presentamos las películas en salas o en línea acompañadas de comentarios o reseñas que amplíen la experiencia de quien las disfruta, y hacia una lectura cuidadosa de los filmes.

¿Cómo se relacionan con el espacio público?

Aprovechamos todas las oportunidades posibles para hacer proyecciones de cine al aire libre y de manera gratuita. Colaboramos con Casa del Lago y Casa Universitaria del Libro para presentar ciclos con curadurías específicas y, cuando podemos, organizamos funciones al aire libre en la plaza de la Espiga, las Islas y en otros lugares que puedan tener condiciones para ello.

¿Cómo trabajan el fomento a la creación y la experimentación desde la Filmoteca? ¿Cómo es la relación con el espacio académico?

Aunque no contamos con presupuesto específico para producir obra cinematográfica, gracias a la colaboración con otras entidades de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM como SÍNTESIS, hemos comisionado obras de realizadores reconocidos que se estrenaron en muestras y festivales de la universidad. En lo académico contamos con una amplia paleta de cursos y talleres sobre los temas relevantes para los archivos fílmicos y desde hace unos años otorgamos validez curricular a algunos de esos cursos.

¿Cómo se proyecta hoy la Filmoteca en el ámbito internacional?

Participamos activamente en la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) y seremos sede de su Congreso Internacional 2023, confirmando así el liderazgo de la Filmoteca de la UNAM en la región latinoamericana. De igual modo, junto a la Coordinadora Latinoamericana de Archivos de Imagen en Movimiento (CLAIM) diseñamos e impartimos cursos de formación para archivistas de la región.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta la Filmoteca?

Junto con todos los miembros de la FIAF, la transición hacia el mundo digital es el mayor reto. El soporte fotoquímico en el que nació el cine fue capaz de sobrevivir y poder ser visto poco más de cien años. Si la película estaba en condiciones físicas y tenías un proyector, podías ver imágenes filmadas un siglo antes. En cambio, al pasar esas películas a soportes digitales o actualizar las que ya se rodaron en digital y nunca tocaron el fotoquímico nos enfrentamos a cuestiones como la obsolescencia programada de los productos digitales, tanto de los soportes donde se guardan los archivos como de los aparatos que los leen. Ese es el reto más fuerte que enfrentamos los archivos fílmicos en este momento.