Las culturas originarias y el cine regional, protagonistas de Hecho en el Perú del Festival de Lima
Del 4 al 12 de agosto el Festival de Cine de Lima ofrece una treintena de filmes latinoamericanos en Competencia Oficial. La 21ª edición propone además la sección Hecho en el Perú con los estrenos nacionales, la cual por tercer año consecutivo da cuenta del desarrollo del cine local, con igual número de ficción y documentales, demostrando el crecimiento de éste último género en todo el país.
“La sección Hecho en el Perú refleja el crecimiento de la producción nacional y esperamos que se vaya haciendo más potente cada año en cuanto a calidad, convocatoria de público e interés por sacarlas fuera del ámbito nacional”, reflexionó la directora del festival, Alicia Morales Dasso, en los días previos al inicio de una nueva edición del principal certamen cinematográfico del Perú.
La organización destaca especialmente el hecho de que haya películas representantes del cine regional, lo que denota “el avance de la producción nacional más allá del ámbito limeño”.
Precisamente este es uno de los denominadores comunes entre las diversas películas. Sin importar su género o el tratamiento de cada filme, el interior del país y la preservación de las culturas originarias, son las principales preocupaciones de estos seis directores. A estas temáticas se le suma otra con mucha fuerza: el abordaje de la tercera edad y los llamados de atención para que la sociedad empiece a pensar sus problemáticas particulares.
En LatAm cinema compartimos algunos avances de estas producciones, las cuales competirán por el premio del público y del Ministerio de Cultura.
“Nada queda sino nuestra ternura” de Sébastien Jallade
Dirección: Sébastien Jallade. Empresa productora: Documental Peruano.
Un puente olvidado, una casa en ruinas, una melodía que uno quisiera volver a encontrar: para muchos, el conflicto armado de fines del siglo XX en Perú cambió para siempre el rostro del país. El territorio andino se convirtió en el espejo de una memoria fragmentada con la que es difícil reconciliarse. “Nada queda sino nuestra ternura” acompaña a mujeres y hombres que enfrentan los rastros dejados en el camino.
“Con este documental, quería revelar la diversidad de los procesos de memoria en Perú: procesos abiertos, múltiples y diversos, en sus objetivos y en sus formas. Eso significa procesos donde la gente es agente de sus cambios. Trabajo con el carácter contradictorio que tiene la memoria: es el reflejo fraccionado y múltiple de un pasado que se ha vuelto inaccesible. Por eso, cada secuencia del documental es tratada voluntariamente de manera heterogénea con el fin de poner en evidencia el carácter polifacético del recuerdo. Intenté reflejar cuánto, para muchos, el territorio peruano se convirtió en el espejo fragmentado de las memorias de este país, con las que es difícil pero posible reconciliarse”. Sébastien Jallade, director.
“Los ojos del camino” de Rodrigo Otero
Dirección:: Rodrigo Otero Heraud. Producción: Maja Tillmann Salas. Empresa productora: Asociación Cuyay Wasi.
“Los ojos del camino” es una película poética que expresa los sentimientos de la cultura andina hacia la Madre Tierra. Es una búsqueda para un entendimiento más profundo de la naturaleza como ser vivo y como un acompañante eterno de los seres humanos. El personaje es un maestro andino, quien aparece y desaparece deambulando por distintas geografías de los Andes, como un espíritu que quisiera dar una última mirada a las montañas sagradas, y conversar con el agua, las rocas y los hombres, para así tener una mejor idea de cuál es la enfermedad que aqueja a la humanidad en el presente.
“Esta es una película completamente en quechua. Es para afirmar la cultura andina, para hacer que los campesinos de los Andes se reflejen y fortalezcan. Además, pensando en otro público más amplio y no campesino, la intención es responder a la necesidad en este mundo de ver, sentir y comprender cómo la naturaleza entendida como Madre Tierra se puede convertir en una fuente de armonía y sanación. Sabíamos que los diferentes problemas que enfrenta la humanidad, no solo climáticos sino sociales, se deben al alejamiento de las sociedades de la naturaleza. Justamente a través de los pueblos indígenas tenemos un acceso a una forma de relación con la naturaleza. Otra intención es abrir una ventana a la vida como un camino. Este camino no es visible para muchos, ya que el lenguaje de la naturaleza consiste en señas que pueden ser casi imperceptibles. Por eso buscamos la figura del personaje Hipólito, quien nos presta sus ojos y su sabiduría para que podamos verlo. Él es los ojos del camino, y él nos lo mostrará para que la película nos permita entender y comprender a nuestros pueblos andinos”. Rodrigo Otero, director.
“El abuelo” de Gustavo Saavedra
Dirección y guion: Gustavo Saavedra Calle. Producción: Delia García y Mirlanda Torres. Empresas productoras: El Directorio y El Colectivo. Elenco: Carlos Vega, Sebastián Rubio, Javier Valdés y Rómulo Assereto.
Crisóstomo es un encantador vendedor jubilado que enviudó hace más de un año. Su cumpleaños se acerca y su hijo Alfonso de 53 años, junto con los nietos Santiago y José María, lo llevarán de nuevo a su tierra, Huamachuco, la cual no ve hace más de 70 años. El viaje lo harán por carretera en la camioneta familiar y el abuelo les mostrará todos los lugares en los que vivió y la gente que dejó atrás para darles la vida que ahora tienen. Lo que su familia no sabe es que el abuelo tiene en mente mostrarles quién es él realmente, aunque esto signifique perderlos.
“La película busca reconciliarnos con el pasado, con nuestra historia, con nuestro origen. Los peruanos venimos de lo mismo, por más sangre española o extranjera que corra por nuestras venas, la constante migración hacia la capital por falta de focos de desarrollo, ha hecho que todos compartamos un mismo origen: la provincia. La figura del abuelo, como núcleo familiar, es muy potente. Ellos son el origen de nuestra historia. Gracias a su esfuerzo, dedicación, y las decisiones que tomaron, hoy somos lo que somos. En nuestra sociedad, el valor de una persona se mide por su productividad, lo que ha hecho que el anciano sea considerado un ciudadano menor. Justamente buscamos rendir un homenaje a todos los abuelos del Perú, porque todos tienen historias que contar, todos tienen sabiduría que compartir y debemos escucharlos porque siempre hay cosas que aprender del pasado”. Gustavo Saavedra, director y guionista.
“Deliciosa fruta seca” de Ana Caridad Sánchez
Dirección y guion: Ana Caridad Sánchez. Producción: Andrés Malatesta. Empresa productora: Totora Producciones. Elenco: Claudia Dammert y Hugo Vasquez.
Marialicia, un ama de casa de 60 años, disfruta preparar pasteles de fruta seca. Ella enviuda repentinamente y se siente incapaz de salir adelante. Un día escucha la música de una marinera (danza tradicional del Perú) y guiada por una mágica energía se acerca al lugar de donde proviene el sonido. Ella queda impactada por la pasión del baile, se decide a tomar clases y conoce a un grupo de mujeres con historias extraordinarias que le cambian el modo de ver la vida.
“La película tiene en Marialicia a una mujer que a sus 60 años busca tener voz propia y que va camino a su autonomía personal. El cine y los medios de comunicación influyen al momento de crear y perpetuar nuestros prejuicios inconscientes y nuestras representaciones de la sociedad. Demos con la exhibición de “Deliciosa fruta seca” la oportunidad de poner voz a las mujeres mayores, de escucharlas a través de Marialicia, de reconocer que están allí, vivas, y que están dispuestas a cumplir sus sueños. Esta es mi primera película y el inicio de mi carrera como directora. Quiero demostrar que en el cine peruano podemos contar historias con esperanza pero a la vez con una dosis de crítica frente a la sociedad”. Ana Caridad Sánchez, directora y guionista.
“Wiñaypacha” de Oscar Catacora
Dirección y guion: Oscar Catacora. Producción: Tito Catacora. Empresa productora: Cine Aymara Studios. Elenco: Rosa Nina y Vicente Catacora
Esta es la historia de Willka y Phaxsi, una pareja de ancianos de más de 80 años que viven abandonados en un lugar remoto de los Andes peruanos, a más de 5.000 metros de altura. Enfrentan la miseria y el inclemente paso del tiempo, rogando a sus dioses para que por fin llegue su único hijo a rescatarlos.
“Mi intención al trabajar con actores nativos y en lengua aymara fue crear un ambiente realista y con un aire documental, donde las acciones se percibieran con mucha naturalidad y coherentes con el entorno andino. Por ello también conté con un equipo técnico que entendía el idioma aymara y que estaban habituados a enfrentar los rigores del clima andino. Por el lado de mi propuesta artística, busqué usar un lenguaje audiovisual contemplativo, sosteniendo la imagen con planos generales y estáticos, de larga duración. También usé sólo iluminación natural. Además la mayor parte de la película está registrada en la sombra, grabando sólo cuando se ocultaba el sol tras las nubes. Por último, la ausencia de música en la película es también una decisión personal, en busca de un cine minimalista, una película donde se pueda sentir y oír la voz de la naturaleza, buscando no intervenir en la percepción de los espectadores, de tal manera que cada cual se pueda formar su propia impresión”. Oscar Catacora, director y guionista.