Los festivales ante la guerra de ventanas
En mayo de 2017 estalló una batalla entre el Festival de Cannes y Netflix: la plataforma ya no podrá estrenar sus producciones en la Competencia Oficial del certamen si no cumple con la ley francesa de exhibirlas en cines. Una batalla en la eterna lucha por la diversidad cultural y en la guerra de ventanas que ya cuestiona las lógicas del circuito festivalero. ¿Cómo se proyectan los certámenes del cine latinoamericano en esta encrucijada? Artículo publicado originalmente en el número 28 de la revista digital de LatAm cinema en abril de 2018..
A pocas semanas de iniciarse la pasada edición de la mayor cita cinematográfica mundial, Cannes sorprendió con un ultimátum público a Netflix: a partir de 2018, toda película que desee participar en competición, deberá comprometerse previamente a ser distribuida en las salas francesas. Este aviso se hizo tras una infructífera negociación entre ambas entidades: Netflix preveía estrenar mundialmente en streaming a pocos días de su lanzamiento en el certamen los filmes “Okja” y “The Meyerowitz Stories”; algo que infringe la regulación de la cronología de medios de Francia, que establece que, desde un estreno en salas, se debe esperar 36 meses hasta su exhibición por internet.
Reed Hastings, el CEO de Netflix, manejó la crisis ágilmente, manifestando en sus redes sociales: “el sistema cierra filas contra nosotros. Vea ‘Ojka’ en Netflix el 28 de junio. Una película maravillosa cuyo estreno en la competencia del Festival de Cannes quieren bloquear las cadenas de exhibición”. De este modo, la plataforma asumía un rol rupturista, alimentando su estrategia de promoción y marketing. Surgió entonces el debate público del cambio de paradigma, y miles de usuarios en todo el mundo pusieron en entredicho la decisión del festival, aludiendo a la libertad de consumo y la compatibilidad de las plataformas digitales como presente y futura pantalla para el cine. La guerra de las ventanas llegaba a los festivales. Y llegaba para quedarse: recientemente, Netflix anunció que no participará en ninguna sección del certamen. “El festival ha elegido celebrar la distribución en lugar del arte del cine. Nosotros estamos al 100% con el arte del cine. Y, por cierto, todos los demás festivales del mundo también”, afirmó el director de contenidos de la plataforma, Ted Sarandos, en una entrevista reciente publicada en Variety. ¿Cómo ven los principales festivales para el cine latinoamericano esta cruzada?
Cecilia Barrionuevo, flamante directora artística del Festival de Cine de Mar del Plata, único certamen “clase A” de América Latina, apunta que “antes una película se podía estrenar localmente un año después de haber sido estrenada en su país. Hoy en día eso es imposible o muy difícil que ocurra. Lo que esto generó en los festivales es una brecha más corta en la búsqueda de ciertas películas y por otro lado, una necesidad de buscar otro tipo de cine que difícilmente tenga acceso a las salas comerciales”. Y agrega: “Hay mucho cine bueno, que no está en Netflix u otras plataformas y que es necesario que sea visto para que, justamente, Netflix no se transforme en una costumbre que termine restringiendo el interés y la necesidad de los espectadores de ver otras cosas”.
Por su parte, José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián, destaca la independencia de su equipo de selección: “Nosotros seleccionamos obras audiovisuales que nos gustan y que nos parece interesante poner en valor ante la industria y los medios de comunicación internacionales y ante el público. No valoramos qué tipo de estreno va a tener ese producto o qué tipo de política de distribución llevan los productores”.
Para Carlos Núñez, director de SANFIC, el estreno en festivales y plataformas VOD puede ser complementario. “Dependerá de la estrategia que quiera seguir la película o director. En general, sentimos que los festivales siguen siendo muy relevantes para el camino de las películas, sin excluir aquellas que ya hayan pasado por alguna plataforma. Habrá producciones que irán directo a VOD, o se presentarán en una cantidad limitada en festivales y luego irán a VOD, pero también habrá muchas películas que no tienen cabida en Netflix, por ejemplo, que seguirán su ruta por festivales en el mundo”, vaticina.
La directora artística del Festival de Cine de Cartagena, Diana Bustamante, considera que “en particular, el cine latinoamericano aún requiere de una gran impulso de circulación, que está más allá de las plataformas, muchas veces las películas están allí y no son vistas, el gran ‘abanico de posibilidades’ de esas grandes plataformas, como casi todo, tienen a homogeneizar y en esa medida, películas más particulares, aun estando allí, desaparecen, en suma, una cosa no anula la otra, son formas de acceso diferentes, y si lo vemos en términos de segmentación de mercados, son audiencias muy distintas”.
El cine latinoamericano aún requiere de una gran impulso de circulación, que está más allá de las plataformas, muchas veces las películas están allí y no son vistas.
La diversidad cultural, trinchera de los festivales
Los festivales nacen con el desafío de ofrecer una mirada amplia de las cinematografías del mundo, promoviendo la diversidad cultural, con lo que a todas luces seguirán siendo una alternativa a propuesta como la de Netflix, que ha superado ya los 110 millones de suscriptores en todo el mundo. Y es que la sorpresiva y mediática decisión del festival francés en un momento en que el debate de las ventanas parecía resuelto, traía implícito el debate sobre la protección de la diversidad cultural versus la autorregulación de mercado.
La polémica estaba servida y mientras Christophe Tardieu, director del Centro Nacional del Cine de Francia (CNC) declaraba que Netflix era la “representación perfecta del imperialismo cultural estadounidense", el cineasta español Pedro Almodóvar, presidente del jurado de la pasada edición de Cannes, comentaba que “sería una paradoja que la película premiada en el Festival no pudiera ser vista en una sala de cine”.
Más allá de que la ley de exhibición francesa sea un tanto anacrónica, lo que está exigiendo el certamen, en connivencia con la autoridad cinematográfica francesa y con el impulso de la Federación Nacional de los Cines Franceses (FNCF), es respeto por la soberanía de su espacio cultural nacional ante cierta desregulación en el cambiante escenario de la denominada economía digital. No fue hasta septiembre de 2017 cuando las autoridades galas lograron anunciar una tasa del 2% a las plataformas que operan en Francia; y según la nueva regulación europea que será aprobada el próximo 25 de mayo, el viejo continente impondrá una cuota de contenido europeo del 20%. Las firmes reglas del estado francés para proteger su cine en salas se tradujeron en 2017 en una cuota de pantalla del 37,4% (por el 48,8% de filmes estadounidenses), según datos del CNC. Actualmente, en Europa, Netflix sólo oferta en su catálogo el 17% de producciones europeas, por el 69% de contenido estadounidense, según datos del Observatorio Europeo del Audiovisual.
En este dinámico contexto de exhibición, y liderada por Netflix, las plataformas parecen estar decididas avanzar hacia la ruptura de las pautas tradicionales del circuito festivalero, algo que trae aparejado varios desafíos, ya que el lanzamiento en simultáneo tras un estreno en uno de los grandes festivales puede acortar la vida festivalera de las producciones. “Tenemos que revisar lo que entendemos por festival de cine: lo primero es en relación a la relevancia de las premiers: por supuesto que la ‘frescura’, por definirla de alguna manera, es importante en un programa, pero más importante y definitivo a mi modo de ver, es su coherencia integral entre una película y el sentido total de un programa, la manera en que una pieza se relaciona con la demás, su valor particular, etc. En esa medida, para mi es más importante que una película que esté dentro de nuestro año de selección, así no sea estreno latinoamericano, tenga la oportunidad de encontrarse con el público del festival de otra manera”, sostiene Bustamante.
En esta línea, Barrionuevo resalta la experiencia social como uno de los puntos a favor con el que cuentan los festivales: “Ver una película en un cine, con una pantalla grande, en las mejores condiciones técnicas posible, con otras personas en la sala, poder seguir hablando de la película apenas termina con tus amigos, con los otros espectadores, o con los mismos realizadores, es algo que hace a los festivales un evento único, muy difícil de reemplazar. Esta experiencia comunitaria es algo que ninguna forma de consumir cine hogareña puede suplantar”, afirma.
Por su parte, el director de SANFIC destaca el valor agregado que brindan los certámenes en la industria: “seguirán siendo una plataforma clave para dar visibilidad, promoción y difusión a las películas que quieran o necesiten hacer estos circuitos para validarse y legitimarse en la industria. Los festivales entregan un soporte en muchos sentidos a las producciones tanto nacionales como internacionales para acercarlos a las audiencias y conectarse con la industria”, señala.
El panorama festivalero se presenta incierto a mediano plazo. “Creo que los festivales de estrenos mundiales sólo van a tener sentido para dos o tres en el mundo. El resto de los festivales tendremos que trabajar para buscar lo que es mejor para cada película”, afirma Rebordinos, agregando el ejemplo de dos circuitos de festivales que ya están trabajando en conjunto con estrenos casi simultáneos: San Sebastián-Toronto-Telluride y Sundance-Berlín. “Desgraciadamente, los festivales tenemos que competir entre nosotros, pero hagámoslo solo donde no nos quede más remedio y colaboremos allí donde podamos, para que las películas puedan presentarse en diferentes lugares del mundo en festivales de prestigio. Seguro que esto ayuda a una mejor difusión y promoción de la películas”, subraya.
Respondiendo al ADN del continente, la colaboración entre certámenes ya se da en América Latina, según explica la flamante directora artística del Festival de Mar del Plata. “Somos bastante afortunados con el nivel de certámenes que tenemos en la región: FICUNAM, Valdivia, Bafici, Montevideo, los festivales en la ciudad de Lima, entre otros; tienen una calidad y variedad que no existe en otras partes del mundo. Creo que más que competencia, con la mayoría de ellos tenemos un diálogo. Todos tenemos públicos diferentes y eso hace que a veces sea necesario no estar pensando siempre en la exclusividad o las premieres mundiales. Lo más importante, siempre, es que las películas se vean”.