• Talentos emergentes (II): Antonella Sudasassi (Costa Rica)

Talentos emergentes (II): Antonella Sudasassi (Costa Rica)

“Talentos emergentes” es una sección para descubrir a los nuevos talentos del cine latinoamericano. En esta nueva serie, ponemos foco en las regiones de Centroamérica y el Caribe presentando a cuatro directoras y cuatro directores que ya han comenzado a dar que hablar con sus primeros trabajos. Los nuevos cineastas cuentas sobre sus primeras experiencias en el cine, las principales temáticas y motivaciones de sus historias, y las ventajas y desventajas de hacer cine en su país.

La costarricense Antonella Sudasassi viene de vivir un año de gran intensidad con su ópera prima “El despertar de las hormigas”. Lanzada en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 2019, la película tuvo un recorrido y reconocimiento internacional que alcanzó su pico con la nominación al Goya de mejor película extranjera de habla hispana, la primera para un film tico. Si bien su primera película le dio un rápido reconocimiento, asegura que llegó tarde al cine. Fue estudiando Comunicación con énfasis en Producción Audiovisual que descubrió películas como “Persona”, “Cleo de 5 a 7”, “La pianista”, “Ladrón de bicicletas”, o “Los espigadores y la espigadora”, las cuales le permitieron acercarse al cine que le interesa, ese que habla de historias humanas, íntimas y cercanas. 

“Cuando estudiaba, no existía la posibilidad de estudiar cine en Costa Rica, había una carrera en una universidad privada, pero yo no la podía pagar. Con un grupo de amigos de la Universidad formamos un colectivo, Chop Chop, y empezamos a aprender haciendo. Teníamos muchísimas ganas de contar historias, de aprender lo que no aprendíamos en la Universidad. Empezamos con cortos, nos íbamos alternando los puestos, una vez hacías arte, foto, edición, dirección. Después aplicamos a un fondo público para armar una muestra de nuestros trabajos, el Chop Chop Chou, que llevamos a comunidades donde el cine nacional nunca había llegado. Yo tenía dos cortos que había escrito y dirigido. Cuando los mostramos al público, un público que hasta ese momento nunca se había visto reflejado en la pantalla, la empatía, el cariño, la identificación con los personajes, me sorprendió. Ahí me encontré realmente con el cine por primera vez, y entendí que eso era lo que quería seguir haciendo”.

Me inspiro muchísimo por lo que veo y leo. Desde hace seis años me propuse a hablar sobre sexualidad, despojar de tabúes el placer y el deseo femenino.

“Me apasionan las historias con tinte de realidad, donde los personajes atraviesan situaciones que muchxs hemos vivido, combinando elementos extraños, fantasiosos, oníricos, quizás inverosímiles, pero que dentro de la historia tienen todo el sentido del mundo. Me gustan las películas que te siguen dando vueltas en la cabeza días después de haberlas visto, que tenés que digerir, el cine que genera un diálogo, que emociona, que sorprende. Siempre estoy en alerta, buscando qué y cómo contar la siguiente película. Me inspiro muchísimo por lo que veo y leo. Desde hace seis años me propuse a hablar sobre sexualidad, despojar de tabúes el placer y el deseo femenino. Estoy con la tercera película del proyecto, pero paralelamente voy desarrollando proyectos muy diversos de temas que me intrigan y emocionan”. 

“Costa Rica es un país muy pequeño, eso es a la vez una ventaja y una desventaja para hacer cine. Una ventaja porque las cosas son de alguna forma más accesibles, es decir, el medio es menos competitivo porque no hay miles de personas y proyectos aplicando, sino decenas. Eso hace que tu proyecto pueda destacar o ser seleccionado más fácilmente. La gran desventaja es que no existe una industria, no hay fondos suficientes, no hay incentivos, no hay una ley que procure apoyo y financiamiento. Las cosas se hacen con las uñas, a pasitos de hormiga. El cine es caro, y acá no existe el dinero para hacerlo, pero sí las ganas. Hay una generación ansiosa de contar historias, y eso es hermoso”.