Desde Santiago de Chile, por Cynthia García Calvo “Lo que falta” es un documental sobre el mundo pugilístico, que integra la competencia nacional del actualmente en desarrollo SANFIC 7. Es definitivamente la película con la génesis más curiosa de la selección, realizada por Colectivo Miope, que pese a lo que su nombre sugiere, no se trata de un grupo de personas reunidas para dar forma a una obra audiovisual, sino de un verdadero hombre orquesta que prefiere una denominación coral y anónima.
Sebastián Díaz Corral es un odontólogo que decidió convertirse en productor como forma de dar promoción a un club de boxeo ubicado en Ovalle, Chile. Con el dinero de la venta de su coche y una herencia decidió solventar la realización de un documental que registraría el proceso de preparación de unos boxeadores del lugar que deben enfrentarse a sus pares mexicanos en una serie de combates amateurs. Para hacerlo convocó a Colectivo Miope, el nombre artístico de quien apenas dice llamarse Camilo, que abordó el proyecto cubriendo todas las áreas de un rodaje para dar forma a una película con elementos impuestos y equipamiento limitado.
“Tenía una cámara y el mundo que Sebastián me ofrecía para desarrollar”, explica el director, detallando: “En el fondo era mucha carne, mucha sustancia para desarrollar. Era algo que interpreté único. En definitiva, ¿qué necesita alguien que tiene cámara? Un mundo, gente, personas. Y el resto es meterse. Me casé con los personajes adjudicados. Yo me concentré en investigarlos y conocerme con ellos, y rápidamente rescatar cuál era la síntesis de su personalidad”.
El documental está dominado por un tono contemplativo, donde de forma denodada se prescinde de la clásica estructura con declaraciones de los protagonistas. La premisa fue poder captar lo que sugería el entorno, como “una reacción a lo que transmitía la ciudad”, define el realizador. “No es un pueblito pero sí tiene un ambiente rural, medio bucólico. Sentía que el estado de ánimo tenía que transmitirse en cierta cobertura. Esta especie de estado pasivo. De hecho, en la vida, los boxeadores hablan poco, y yo hice que en el documental hablaran menos aún. Yo sentía que eran personajes muy introvertidos. Sentía que ese registro reflejaba ese estado de ánimo, esa idiosincrasia medio apagada de ellos”.
La película apenas sumó integrantes en su posproducción, ya que la ausencia de un equipo de sonido obligó a un trabajo en la instancia final. Terminada en octubre de 2010, su primera exhibición fue en el Festival de Cine// B en Santiago, luego en Iquique, Valparaíso, Viña del Mar…y hasta tuvo una exhibición trasandina en el Malba porteño.
Como muchos nuevos realizadores, se lanzó a la aventura de hacer un film sin pensar en el camino que se debe recorrer. “Estamos aprendiendo sobre la marcha. Yo no tengo ninguna experiencia en distribución”, dice al ser consultado sobre el camino trazado para el documental, que sin embargo ha tenido un recorrido que aún le sorprende, como la propia exhibición en SANFIC. “Yo pensaba: ¿para qué mandarla si no voy a quedar? Yo conozco el perfil de SANFIC y pensaba que por ningún motivo iba a quedar. Y quedó. Así que nunca se sabe. No hay que tener la mente tan cerrada”, se sincera.
Sin duda el avance de la tecnología y su consecuente democratización del cine son en buena medida factores que posibilitan este tipo de películas, aunque el director advierte: “La tecnología ayuda. Pero hay algo que no hace. No hace que uno investigue, no te da punto de vista. Es una herramienta. Pero tiene que haber una cabeza detrás”.