Desde Gramado, por Cynthia García Calvo El realizador mexicano Sebastián Hiriart entiende que en el cine hay dos opciones para hacer una película: reunir los recursos necesarios y/o posibles para rodar de forma inmediata lo que denomina una micropelícula, o esperar años a que terceros financien una producción convencional. La primera ha sido su elección para dar forma a su opera prima “A tiro de piedra”, que actualmente participa de la Competencia Extranjera del Festival de Cinema de Gramado mientras se exhibe en la cartelera de México. De ese modo también hizo su inédita segunda cinta “La filosofía natural del amor”, aunque su nuevo proyecto -más ambicioso en términos de producción- lo empuje a seguir el camino obligado de la cadena cinematográfica que está descubriendo con un film bajo el brazo.
Con apenas 8.000 dólares y la complicidad de un amigo de toda la vida, el solicitado actor Gabino Rodríguez, Hiriart consiguió convertir en una realidad “A tiro de piedra”, una road movie sobre un pastor mexicano, Jacinto Medina, quien tras encontrar un llavero se empeña en llegar a Estados Unidos. Esta producción independiente fue ideada en seis meses, rodada en 10 semanas y posproducida en un año y medio.
Desde hace seis semanas se exhibe en la Cineteca Nacional, que se ha convertido en un espacio para el estreno de un cine menos convencional, propiciando su permanencia en pantalla por un tiempo que permita la formación de un público. “Ha empezado a estrenar películas pequeñas y alternativas como la mía, que de otra manera no se podrían estrenar. Hicieron como un circuito no comercial con cinco salas. Lo que está bueno es que si bien no son muchas salas, dejan la película mucho tiempo”, indica el director.
La película fue realizada por el deseo de contar una historia pero con un gran desconocimiento de la ruta que debe seguir una producción, la cual va descubriendo a medida que avanza su recorrido: “Cuando salimos a hacer la película ni esperaba que fuera a festivales. Sabía que quería hacer una película pero no me quedaba bien claro qué se hacía después. Nunca en la vida me imaginé que una película tenía un agente de ventas. Creía que había unos veinte festivales y ya. Y me encontré con un mundo de festivales, viajes y agentes de ventas. Muchas veces me siento como Jacinto Medina, solo que en lugar de intentar llegar a Estados Unidos estoy tratando de hacer mi primera película y voy a lo loco tropezándome con todo”.
Para su sorpresa, esta apuesta independiente terminó siendo un negocio más que rentable: “Yo invertí 8.000 dólares. Después IMCINE me dio 250 mil dólares, nos compraron la película en HBO Latino, gané un premio de 20 mil dólares, otra de 10 mil dólares…Entonces recuperé mi inversión y gané. Para mí, en un sentido de negocios, el dinero que invertí lo recuperé ocho, nueve o diez veces. Entonces estas micropelículas te dan esa oportunidad. Si yo me gastara 10 millones de pesos mexicanos, que es el promedio que se gasta en una película, jamás lo recuperaría. Entonces me parece que hasta tiene sentido que en Latinoamérica y los países donde las películas no van a recuperar tanto, no nos gastemos millones en cosas que podemos hacer con mucho menos dinero”.
La misma libertad de acción y estructura de financiación utilizó para su segunda cinta, “La filosofía natural del amor”, que hizo con 10 mil dólares sacados de su bolsillo: “Empecé a grabar la película antes de ‘A tiro de piedra’, entonces la encaré también con inocencia. Es una película bastante más rara. Uso una mezcla de no actores con actores como Emilio Echeverría y Jorge Zárate. Sucede en la Ciudad de México y cuenta distintas historias sobre el amor, sobre todo historias bizarras. Borda entre el documental y la ficción. Yo cuento mis propias historias de amor al lado de la película. Yo le digo en broma el Frankenstein. La rodé antes que ‘A tiro de piedra’, entonces hubo como cuatro momentos de producción de esa película. Y cada momento es muy distinto del otro. Entonces son cuatro épocas de mi vida tratando de que engarcen de alguna manera. Estoy terminando la posproducción”.
Hiriart, de 27 años e hijo de la directora Guita Schyfter, se ve como parte de una generación donde la avidez de concretar una obra se antepone a cuestiones de índole financiera: “Soy parte de una generación de chavos en México donde están Nicolás Pereda, Rubén Imaz, Elisa Miller, Yulene Olaizola y Bernardo Arellano. Después hay otra generación como que está encima de mí que es la de Fernando Eimbcke y Gerardo Naranjo, que sí se gasta sus 10 o 15 millones y casi que quieren contar otro tipo de historias. Y después están los veteranazos, como mi mamá, Felipe Cazals o Luis Estrada, que hacen un cine más a la Hollywood. Pero creo que habla bien de un país y de una tradición cinematográfica que haya distintas generaciones con distintos puntos de vista y distintos métodos de producción. Pienso también que todos los chavos en Latinoamérica están haciendo películas como se puede. Veo películas argentinas o chilenas de chavos de mi edad y son como iguales. Creo que no sólo es una generación en México sino un movimiento de un nuevo, nuevo, nuevo cine latinoamericano”.
Si bien cree en este cine alternativo e independiente, confiesa su deseo de en algún momento “hacer películas con una tirada mayor, que la gente pueda ver”. Hasta ahora, “A tiro de piedra” tuvo 10 mil espectadores en México, lo cual le lleva a la conclusión de que “sin duda la ha visto mucha más gente en festivales que en salas”. ¿Por qué? “Creo que en el país no hay mucho interés en ver este tipo de cine. Somos el número diez que ve cine en el mundo en cuanto a público, pero lo que les gusta ver es ‘Transformers’ y ‘Harry Potter’. Hay poco cine-arte y poca tradición de ver cine alternativo. Creo que hay mucho más de eso en Argentina o Brasil. México está muy cerca de los yanquis, y nos tienen muy embutidos. Por eso está tan bueno lo que está haciendo la Cineteca. Las funciones ahí se agotan. Entonces está bueno que en lugar de intentar penetrar la sala de ‘Transformers’ se cree un circuito alternativo para que a la gente que le interese pueda ir a ver este tipo de películas. Creo que es la solución para este tipo de cine”, afirma.
Tal vez el salto a las producciones de mayor envergadura lo pueda dar con un proyecto que está desarrollando, centrado en una figura histórica, Gonzalo Guerrero, quien formó parte del primer grupo de europeos en llegar a tierras mexicanas, siendo el único en sobrevivir junto a Jerónimo de Aguilar. “Jerónimo de Aguilar era un fraile y durante los ocho años que estuvo preso, fue esclavo, y nunca quiso mezclarse con la sociedad. Gonzalo Guerrero era un soldado, un tipo incomprendido, muy violento, que se peleaba con los indios. Pero era muy bueno peleando y se fue ganando su respeto. Y él se fue integrando, les enseñó estrategias de batalla, se casó, se hizo las extensiones en las orejas, se tatuó su rango militar. Se fue transformando. Y murió luchando contra los españoles, defendiendo a su pueblo”, relata.
Su película narrará la transformación de Gonzalo Guerrero y para su viabilidad deberá andar un largo camino que hasta ahora evitó: “Tengo claro que este guión no lo voy a hacer de otra forma más que con dinero. Empezamos a hacer la carpeta de producción. Me queda claro que es una película que me va a costar muchos años hacerla. Tiene que ser una coproducción con España porque los actores deben ser españoles. Pero creo que es una historia que se tiene que contar y que puede interesar a los españoles. Creo que de alguna manera habla de lo que es América, esta mezcla de la cultura originaria con los europeos que llegaron a abrazar esta cultura y otros que llegaron a patearla”.