A tres años de presentar su opera prima “Mami te amo” en BAFICI, la realizadora chilena Elisa Eliash retorna al festival porteño esta vez para insertarse en la Competencia Internacional con su segundo largometraje, “Aquí estoy, aquí no”, que se presenta en calidad de estreno mundial. Un film visceral –como define la realizadora-, libremente inspirado en “Vértigo”, de Alfred Hitchcock, que tiene la intención de retar al espectador con su propuesta.
“Aquí estoy, aquí no” sigue el derrotero de un periodista treintañero, insustancial, con exceso de kilos –Juan Pablo Correa-, cuya vida sufre un quiebre tras un accidente automovilístico y aceptar el encargo de escribir una biografía sobre una otrora estrella de rock chilena. A partir de allí, su realidad se vuelve imprecisa, mientras crece su obsesión por la figura que le toca retratar.
Eliash habló con LatAm Cinema sobre esta comedia negra, por momentos absurda, no apta para el espectador pasivo, que muta, confunde y se arriesga, en su afán de indagar sobre la construcción de un relato. Producida por Shoot the Bastard Films y Kiné Imágenes, en coproducción con Lastarria 90 Cine Digital y Constanza Sanz Palacios Films.
Esta es la primera proyección de la película, ¿por qué elegiste el BAFICI para el estreno mundial?
Este festival es increíble, de una radicalidad de pensamiento que yo no he visto en otro lado. De los festivales que tuve la suerte de conocer, es el que tiene más independencia en su programación. Siento que hay festivales latinoamericanos que están programando a través de la mirada europea, que dejan pasar por algún circuito Work in Progress u otra vía, y de ahí traen los contenidos. Siento que es una mirada bien distorsionada. Y BAFICI siento que es un caso aparte, realmente tiene una mirada muy particular, son atrevidos con su programación y una muestra de ello es que mi película esté en competencia internacional.
Justamente mucho de radicalidad y atrevimiento tiene tu película. ¿Buscabas que sea un reto para el espectador?
Absolutamente. Por un lado es un ejercicio muy formal y plástico, pero por otro lado es un ejercicio un poco intelectual acerca del relato. Un poco es lo que propongo: cómo seguir contando una historia de tres actos en nuestros días, con todo el cinismo que hay de por medio. Que es un poco el trasfondo que tiene. Yo hice esta película con la ayuda de amigos, de asociaciones…Era tan importante hacerla porque salía tan de la panza, que salió así: visceral. Venía de un impulso muy visceral. Escribí el guión en un mes, lo cual es raro porque generalmente me demoro un año para escribir un guión. Sí nos demoramos nueve meses en grabarla. El proceso creativo fue también en la filmación. Me interesaba provocar un poquitito. Es una especie de reacción como a cierto cine que me está cansando un poco, más allá de que hay casos increíbles, que es al que se le ha llamado cine contemplativo. Me dieron ganas de hacer un cine más confrontacional y menos contemplativo. Tenía ganas de marear al espectador, de shockearlo un poco, de usar colores vibrantes y composiciones estrambóticas para generar algo más que una pura contemplación.
Hablemos del protagonista de la película, quien es un narrador que nos cuenta una historia que queda en el espectador determinar su veracidad, aunque entendemos que es básicamente un mitómano.
Me interesa generar la subjetividad de los narradores, siempre. Y si son mentirosos, mejor, mucho más entretenido. Es un contador de historias, un mitómano. Y además un tipo que yo también quería que fuera un poquito repulsivo, en esta intención como de confrontar un poco. Pero también es una confesión. Yo me siento como el personaje. En el fondo era hacer más patente cierta vulnerabilidad del personaje.
En la película se habla mucho de la reconstrucción, tanto de una historia como de Chile…
Es como la imposibilidad de reconstruir un hecho completamente porque sabemos que está filtrado por la subjetividad y por el relato, por el puro placer del relato. Es un poco lo que la película intenta hacer: narrar siempre de maneras diferentes, encontrar nuevos recursos. Es un poco un ejercicio sobre el guión.
¿Consideras que la película se acerca a cierto tipo de comedia americana?
Algo de eso tiene. Me di cuenta después de esa familiaridad con cierto lenguaje cómico, de gringo, que yo creo que tiene que ver con cierta afinidad. Yo no escondo mi afición por las comedias gringas. Tenía ganas de hacer una película cercana, accesible, a diferencia de mi primera película, “Mami te amo”, que me gusta mucho pero siento que era un poco difícil. La pensé también difícil, era una película que no se pensaba estrenar porque era una tesis de escuela de cine. Esta tenía ganas de hacerla un poco más invitadora. Es una película que me gustaría ver. La comedia, los diálogos y el dinamismo de la película son de alguna manera rutas de acceso para meter otros contenidos subterráneos, que creo que la hacen llevadera. Hay un término muy fatal en cine que es entretenimiento, que ha contaminado la percepción de lo que la gente cree que tiene que ser una película. Pero igual me interesaba generar cierto entretenimiento al ojo, a los sentidos. Que el ojo se vaya de un lugar a otro, y así también la mente.
¿Qué tanto cambiaste como directora y guionista desde aquella “Mami te amo”, que como bien dijiste era una tesis de escuela, y esta película?
Cambié muchísimo. En esa época yo estaba saliendo de la escuela de cine y era una de esas estudiantes de cine pesadas que se sientan en la última fila, que critican todo y no les gusta nada, y que no quieren complacer al espectador ni mucho menos. En aquel entonces tampoco tenía la necesidad de hacer una película que recuperara nada, era un ejercicio formal, académico y de aprendizaje. Yo siento que tiene que ver sobre todo con estar más consciente de las audiencias, después de estar paseando mucho por festivales con “Mami te amo”. Pero encuentro que hay temas en común en ambas.
¿Cómo cuáles?
El tema de la suplantación y de los dobles, de la visión óptica y de la subjetividad, y de ver una película a través de los ojos de alguien, en este caso a través del relato. Hay un elemento fantástico que quiebra la película en ambas. Hay un punto de fuga también, narrativo. Cosas más bien de estructura.
¿Hay temas que te interesen particularmente exponer en tu cine?
Nunca pienso tanto en términos de tema, creo que es más la forma lo que me interesa. Pero en términos de temas creo que me interesa la familia. En esta película no hay familias pero siento que el protagonista tiene una familia de amigos y tienen un poco esa disposición: una mamá, un papá, un pequeño hermano…Siento que hay una composición que funciona aunque se varíe.
Hay también algo de sociedad disfuncional…
De sociedad disfuncional y la reconstrucción que decías. Me interesó mucho eso, el intentar reconstruir. De alguna manera, “Mami te amo” es una película de deconstrucción. Pero hay algo de eso, también de lo público, de cómo la ciudad se construye y se deconstruye.
Comentaste que esta película fue hecha durante varios meses, ¿fue una decisión o una necesidad de producción?
Fue ambas cosas. A mí me gusta intentar pensar los proyectos en donde las limitaciones de producción se conviertan en oportunidades de lenguaje. Lo que pasó acá fue que no teníamos plata para hacer la película, hicimos una inversión propia mi productora y yo. Y la verdad es que no podíamos mantener a un equipo de personas trabajando un mes para nosotros. Entonces decidimos que lo íbamos a hacer de vez en cuando, y eso nos iba a permitir –ya que el guión se trabajó tan rápido y aunque no tuvo tantos cambios- que el trabajo creativo también sea en el set. Y para eso era bueno tener distancia. Entonces fue una especie de método que inventamos por esta dificultad práctica, técnica y económica. Pero fue bien interesante ir montando de a poco, probando y descubriendo nuevas posibilidades.
Cynthia García Calvo