“Volantín cortao” y “Naomi Campbel” son las dos producciones nacionales que se inscriben dentro de la competencia internacional de FICValdivia 2013; películas que además son los trabajos de egreso de sus jóvenes directores, y que coincidentemente se interesan por retratar la marginalidad y juegan con los límites entre el documental y la ficción.
Precedida por su participación en el Carte Blanche dedicado a Chile del Festival de Cine de Locarno, “Volantín cortao” es el segundo largometraje de Diego Ayala y Aníbal Jofre, estudiantes de la Universidad del Desarrollo, quienes el año pasado participaron de este mismo certamen en la competencia chilena con su opera prima “Chaitén”.
Con producción de Soledad Trejo para Gallinazo Films, la historia está centrada en la relación que se establece entre una joven asistente social y un adolescente marginal. Este encuentro de dos mundos gana fuerza gracias a la autenticidad del retrato; siendo determinante la decisión de contar con actores que juegan roles a partir de su propia realidad, lenguaje y conocimiento del entorno.
En ese sentido, los directores asumen un rol de observador a partir de la mirada de la protagonista. “El punto de vista parte de la sinceridad. Nosotros no pertenecemos a ese mundo, pero queríamos conocerlo, compartirlo. Por eso elegimos un punto de vista que tiene que ver con nosotros. Desde el guión se eligió que la protagonista sea ella, que es una extranjera que entra a un lugar a conocerlo”, precisó Ayala.
“Naomi Campbel”, de Camila Donoso y Nicolás Videla, cuenta también una historia que se mueve en un mundo marginal, que se nutre de la propia vida de su protagonista. Paula Dinamarca interpreta a Yemén, una transexual que vive en La Victoria, que busca regalarse la posibilidad de sentirse en un cuerpo de mujer; en su camino se cruza con una inmigrante que manifiesta su deseo de ser otra. De ese encuentro surge un film sobre la construcción de la identidad.
“La película tiene una línea de ficción. Muchos personajes se representan a sí mismos, pero también hay algunos que introducimos. Jugamos con lo que sucede cuándo insertas algo nuevo en ese contexto. No somos documentalistas que observan con distancia; sino que nos introducimos en las historias y las intervenimos”, cuenta Donoso.
Los directores apostaron por la mezcla de dispositivos para construir el relato y la estética del film, buscando siempre la autenticidad. Así se fusiona el seguimiento documental, con el autoregistro y secuencias de ficción armadas en base a la improvisación de los actores.
Un rol protagónico asume el escenario: La Victoria, una emblemática población de Santiago, que aleja al film del paisaje frecuente de la producción chilena contemporánea. “En los primeros visionados de la película, muchos me decían que no parecía Chile”, confiesa Donoso, comentando: “En las películas chilenas la mayoría de las veces están en un contexto económico tan normalizado, que todo es muy existencial, introspectivo, lento. A mí ese cine no me representa. Yo quería situarme en mis espacios, que son estos espacios marginales donde yo me muevo. Y La Victoria es un lugar de inspiración, de resistencia política. Uno puede habitar en esos espacios y sentir que todavía existe una resistencia sexual, política, en todos los aspectos. Para mí era súper necesario retratar La Victoria, sus calles, las viejas que siguen estancadas con el sueño del socialismo, hablando de detenidos desaparecidos”.
“Naomi Campbel” es una producción de Cusicanqui Films; la obra de título de sus realizadores, quienes optaron por unir los recursos de sus respectivas instituciones, la Universidad Mayor y la Universidad Católica, para en lugar de rodar dos cortometrajes de egreso, dar forma a “una pieza que funcionara por separado, pero que al unirse sea un largometraje”.
Tanto “Volantín cortao” como “Naomi Campbel” se exhibieron en calidad de premiere mundial, obteniendo un entusiasta recibimiento.
Desde Valdivia, por Cynthia García Calvo.